miércoles, 27 de febrero de 2008

El extranjero

Hay actos humanos sobresalientes por lo que conllevan; sólo el hombre es capaz de tomar decisiones concientes de su trascendencia. Las disyuntivas cotidianas nos imponen caminos diversos, es ahí donde se refleja con fidelidad la naturaleza humana.

En toda decisión hay una gran dosis de valor porque el hombre sabe lo que significa seguir o cambiar ya que nunca faltarán voces autorizadas que señalen o cuestionen tal decisión, pero ¿quiénes somos nosotros para estar a favor o en contra de una decisión personal sujeta a la hermosa contradicción que significa vivir y que ha hecho posible que esto siga rodando hasta el sino infinito?, se dice que sólo el que carga la piedra sabe con exactitud cuanto le pesa y que hacer con ella.

En el caso de Guillermo, seguramente la transformará en textos reveladores, cuestionadores, inteligentes, cínicos, críticos, leves y pesados en la que se observará lo importante de la pérdida de su voz dentro de una institución que requiere, para nuestros futuros docentes, modelos o referentes a seguir en el uso inteligente y sensible de la palabra.

Como en otros casos, pasados y por venir, sólo el tiempo inexorable y tirano, ponderará tal decisión.

Para mí es una renuncia pero jamás un abandono.

P. D. –quién lo mató- -Fuenteovejuna, señor-

martes, 26 de febrero de 2008

Guillermo

Estar en una nómina, recibir quincenalmente un cheque, asistir a un centro de trabajo, no son, afortunadamente, los requisitos para cultivar y conservar una amistad; hay amistades que crecen y se fortalecen a pesar de la distancia y los tiempos de coincidencia, hay amistades que perduran a pesar de breves saludos en la diaria carrera de asistir a los grupos, hay amistades que se pueden enriquecer en un breve pero sustancioso diálogo.

Hay amigos que son indulgentes en las ausencias involuntarias y que siempre tienen la palabra justa en el momento adecuado, hay amigos que te tienen presente, te recuerdan, te invitan, te perdonan, te advierten de alguna dificultad latente. Amigos con los que puedes reaundar una conversación y pareciera que es fresca y nunca fue interrumpida.

Hay personas que como Werther, toman una decisión incomprensible para muchos, pero viene a ser el ejercicio pleno de la libertad y la congruencia con sus convicciones; hay que tener un gran valor para actuar, nos resistimos a aceptarlo del todo, quienes creamos lazos de afecto y quisiéramos navegar, siempre juntos en el mismo barco.

He aprendido a respetar profundamente el albedrío de las personas, no soy el indicado para cuestionar las decisiones de nadie y mucho menos de aquellos seres que son pensantes y capaces de exponer su pensamiento y compartirlo en un texto, de aquellos que han recorrido un largo camino retratando el paso de la vida en sus más valiosos instantes. No puedo negar que es triste saber que dejas, no sólo la Normal sino este Colegio que queremos tanto y por el que tanto hemos luchado.

Estoy seguro que la siembra seguirá y que continuarás realizando tu labor en otros espacios, estoy convencido que no fue en vano tu paso por aquí, seguramente serás recordado con cariño por tus alumnos de Regulares y Mixta y por todos tus compañeros y amigos de la normal en especial los de ladoble ele.

Guillermo: no nos diste ni chance de intentar detenerte o disuadirte, no por reprobar tu decisión, sino, egoístamente, por no privarnos del gusto de verte por aquí seguido cumpliendo tus labores. de cualquier forma no te irás, no porque no aparezcas en una nómina dejarás de estar presente; esa nimiedad no nos impedirá continuar la charla pendiente, beber las copas postergadas, intercambiar ideas, bromas, anécdotas y compartir el gusto de exprimir con avidez hasta la última gota de esta vida.
un gran abrazo, amigo
carlomar

Entiendo que nadie es imprescindible para la subsistencia de los demás; sin embargo, cuando los tiempos se pintan duros, cuando los lazos se fortalecen entre los actores de la maraña vida que nos acompaña, cuando se tiene la certeza de saber en qué se pisa y a quién, al mismo tiempo que sabes quién te pisa, cuándo y cómo, nada parece tener el precio suficiente para soportar la serie de señalamientos que se hacen a la distancia por unos cuantos que no saben exactamente qué es lo que pisan ni a quién.

Seguimos de pie en este espacio que permite decir mientras la cola sea corta, y a veces nos preguntamos qué diablos hacemos para cambiar lo que tenemos entre las manos. Venimos, cumplimos nuestros horarios, casi siempre damos feria de más en beneficio de nuestros alumnos –acto que muchos ven mal en estos pasillos-, nos disponemos diariamente a no rajarnos por este día porque casi nadie toma en cuenta los esfuerzos: los alumnos se quejan del trabajo, quienes los cuidan hacen llamados de atención porque hay que cuidarlos, quienes administran se dejan llevar por los chismes acumulados, quienes defienden al trabajador se ausentan a su conveniencia, y nos siguen jodiendo por todas partes.

Piden que te entregues sin preguntar, piden que seas buen maestro, que seas leal al foro de los besa culos, que te agaches cada vez que saludes a los enanos que se creen gigantes, que te rasgues las vestiduras cuando se tache a tu centro de trabajo como un recuerdo lejano de lo que fue y no es, piden que seas uno sin recibir nada a cambio salvo tu salario devengado, apenas suficiente para pagar el transporte que te trae hasta aquí; dicen entender el placer de estar en las aulas, aunque hayan pasado años sin pisar una a menos que sea para presumir lo que hay o reclamar lo que falta, hablan de servicio mientras se sirven, hablan de atender mientras te tienden.

Hoy entiendo a Rogelio Reyes que decidió alejarse de este marasmo de chingadera que nos traga cada día, con su eterna justificación de que está más allá del bien o del mal; pero no comparto, y me desconcierta, la decisión de mi amigo que abandona el barco cuando el viento está en calma ¿será para aprovechar las aguas mansas? ¿qué no se da cuenta que siguen turbias? ¿acaso existe una isla que no cobra la estancia?

Muchas veces, cuando el día termina y llego a casa agotado de este ritmo que me exijo, mi conciencia me pide que también deje el barco, que busque otra forma de sobrevivir, que deje de cuidar lo que pocos cuidan. Juro que he estado tentado a seguir su consejo, que muchas veces no le veo sentido a lo que hago, que seguido me cuestiono si vale la pena seguir aquí… Mi respuesta ha sido cada vez la misma: “Sí, si vale la pena”.

Me gusta mi trabajo, sobre todo en la Normal que es mi apuesta, la presión que sufro es la misma que la de mis compañeros, la marginación no existe porque la ignoro y porque aquí tengo grandes amigos a quienes quiero y respeto mucho y en quienes me apoyo, sin decirlo, cuando lo necesito, mi trabajo es con mis alumnos, aquellos con quienes comparto lo poco que sé y de quienes he aprendido grandes cosas, mi trabajo es formar formadores, mi trabajo es preparar a los futuros maestros de mis hijas, sobrinos y otros tantos que no conozco; eso es lo que hace que valga la pena seguir, eso es lo que me mueve y divierte, el reto que me he fijado, la carga que estoy dispuesto a cargar hasta que ya no pueda más, y todo porque siento la frase que forjó San güelito: “En la nobleza de la Juventud y en la vocación del maestro…” yo también confío.

Decir, hablar, gritar, susurrar, rumiar, observar, mirar, callar, volver a decir, es lo que tengo qué hacer para seguir. Si te vas amigo, adelante; tus motivos debes tener, pero no vayas a decir que en este círculo vicioso y asfixiante no haces falta… los que queremos continuar seguiremos adelante, (esperando el próximo concurso) y si hace falta tu voz exigiremos que la alces con nosotros.

RENUNCIA

Renuncia Fidel a la presidencia de Cuba. La noticia sorprendió a más de uno que esperaba que la muerte y no la renuncia, dignificara a este hombre. -Nos habíamos acostumbrado a ti Fidel, es más me hubiera gustado estar en tu isla durante tu mandato-, ¿qué pasará entonces?; y ahora ¿qué haremos?; la dictadura, ¿durará?

En este texto no pretendo hacer una cronología de las noticias recientes sobre la renuncia de Fidel sino; una aproximación de nuestra idea de la renuncia y el abandono. Aprovecho la renuncia de Fidel para abordar el tema y estremecer ante las renuncias.

El rechazo. Inmediatamente después del anuncio, el receptor tiene un sentimiento de negación, no al no; de cuestionamientos ¿por qué?. En el caso de la oposición la renuncia causará satisfacción inmediata, pero después, se preguntarán ¿por qué? misma pregunta, misma respuesta. El cuestionamiento, se deberá entonces a la costumbre de las situaciones en las que te encuentras, así como al desconocimiento o incomprensión de las razones del abandono.

Renuncia. El término termina mal, terminas, abandonas, dejas y expulsas con las renuncias. ¿Qué? Ideologías, investigaciones, labores o compromisos. El abandono que rodea una renuncia se ve imperado por la conciencia y la reflexión.

Los aciertos. Las consecuencias de la renuncia pueden ser acertadas o no, esto lo determinará la persona que la ejecuta, la comunidad que se encuentra inmersa en las decisiones, acepta o rechaza las renuncias, pero serán sólo testigos más no participes de la acción y elaborarán reacciones a favor o en contra.

Los errores. Sólo la persona que renuncia será responsable de las equivocaciones que pudo haber cometido. Sólo él, será responsable de las decisiones, buenas o malas; acertadas o no.

Entonces las renuncias se pueden percibir en reacciones a favor o en contra de una comunidad inmersa en el mismo contexto, ésta determinará el acierto o el error de la renuncia, pero el sujeto que renuncia será el que considere pertinentes los juicios de que se le acusen. Las renuncias en el marco de provocar reacciones, serán también una denuncia, un anuncio o una apelación.

Tomando en cuenta que hacemos señalamientos de las renuncias, tomamos parte en la acción y emitimos juicios, debemos entonces preguntarnos.

Guillermo ¿Tú renuncia es, una denuncia?

Y después la media vuelta. Después de la renuncia viene entonces el olvido, poco a poco tu nombre irá perdiendo fuerza, siempre estarás en listas en algún documento, pero en la voz tu nombre será apenas un susurro, lo pronunciarán en voz baja y se acostumbrarán a conjugarlo en pretérito, pospretérito y copretérito, perfecto o imperfecto. El olvido entonces borrará tu nombre de los pasillos y lo vomitará en el polvo que barren de las escaleras, las escaleras del nuevo proyecto.


P. D. Ayer el conserje de la escuela barría con afán
la molesta tierra que nunca acabará.

miércoles, 13 de febrero de 2008

¿Y los egresados?

Las instituciones educativas ofrecen un servicio a todos aquellos que se inscriben en ellas; los inscritos pagan para que se les provea de un “producto”, en este caso son los conocimientos, habilidades, capacidades, etc. si lo vemos desde ese punto de vista, ¿por qué no damos póliza de garantía a nuestros egresados?

Existen instituciones en EEUU, que les ofrecen “garantía” a sus egresados; ésta consiste en que, dentro de los cinco años posteriores a su egreso, tienen el derecho de inscribirse (sin costo alguno) en cursos de capacitación y actualización; siempre y cuando dentro de su licenciatura o especialidad, ocurran cambios, reformas o inclusiones de cualquier tipo.

Dicho punto me llama la atención; ya que me encuentro investigando sobre “el seguimiento a egresados” para la tesis de mi maestría y según lo que he observado en algunas de las encuestas, es que las primeras generaciones fueron “capacitadas” según la reforma de secundaria del plan 93 y ahora se topan con que tienen que laborar de acuerdo a la reforma del 2006.

Es aquí, donde entraría el compromiso de la normal para con sus egresados; teniendo en cuenta la tarea tan importante que tenemos todos los maestros al trabajar con los adolescentes, sería muy enriquecedor que se contara con una comunidad de egresados, donde se intercambiaran experiencias, conocimientos, dudas, debilidades, fortalezas, etc.

Tal vez, en estos momentos, no sea fácil la creación de dicha comunidad, ya sea por presupuesto, por los espacios, por los tiempos, en fin, son muchos los aspectos que hay que tomar en cuenta para su posible funcionamiento. Sin embargo, considero que las autoridades deberían de analizar esta opción para que en un futuro pueda ser un punto de referencia para evaluar, adaptar, reorientar y rediseñar los planes de estudio; así como su aplicación en las aulas.

Por el momento, no nos queda más que hacer nuestro mejor esfuerzo en los salones de clase para orientar de la mejor manera a nuestros alumnos y futuros maestros.

Las Habas del Norte


1.- Nostalgia por la tierra

Hoy, escribo para descargar… para descargarme. Estoy en mi trabajo, el tiempo no me sobra, y a pesar de eso he dejado todo por unos momentos y me he puesto a escribir.

He titulado esta entrega: “Nostalgia por la tierra”. No es ésta la primera vez que la experimento. Una de esas veces anoté esa frase en el nick de mi messenger y un compañero me dijo: “pos ya bájate de la nube”, la intención del comentario me pareció muy graciosa; pero, obviamente mi nota se debía a la añoranza por mí tierra (no hay error en el mí; el acento es intencional).

Aunque he de confesar que de pronto sí me subo en una nube imaginaria y viajo hasta ese lugar que me vio nacer. Vuelo para vivir de nuevo sensaciones que quizá antes no noté: el olor a tierra mojada (aunque esporádico), a tortillas “sobaqueras” recién hechas; imagino el sabor único de la carne asada, del café negro que hacía mi nana; de la gallina pinta, el caldo de queso y los frijoles de mi mamá, de los tamales de elote, la barbacoa con caldo y el menudo blanco con granos, panza y los imprescindibles chiltepines (especiales ‘pa curar la cruda).

Me desplazo a ese cielo para abrazar y sentir el calor del sol, la familia y los amigos con los que compartía aficiones y parrandas; aunque ese, la verdad no lo dejé allá, ese va conmigo a todas partes.

A veces me pregunto: ¿acaso habrá esa tierra sentido mi partida? Y esa duda me ha dejado con más ganas de llorar de las que puedo aguantar. Y he llorado, porque sé que todo cambia, que quizá se haya acostumbrado a mi ausencia y le ha dado la bienvenida a nuevos habitantes, de la misma manera que yo me he acoplado a mi nuevo espacio, mis nuevos amigos, mi nueva ciudad, porque la fuerza de esa tierra reside en su gente, en su carácter cálido, abierto; hombres y mujeres que abren los brazos para recibir a los “juereños”, aunque siempre esperen el regreso de sus hijos.

Para mí, como para muchas personas, dejar el terruño fue bastante duro. Acostumbrarme a otros espacios y personas es quizá lo más difícil del proceso de asimilación de un nuevo estado de vida. Todo nuevo, la ciudad, las personas, la forma de vida diferente, el clima... (a pesar de que el termómetro sube más allá, la sensación térmica acá es mayor; aquí me suda hasta el alma… ¿o será su forma de llorar?)

Viajar a los recuerdos y dar un paseo por esas imágenes y sensaciones, es mi boleto de entrada y un asiento en primera fila para ver una obra melancólica, en la que además soy protagonista; es una poesía escrita a base de detalles, de metáforas que se te clavan como calambres en el corazón por lo que se te quedó atrás y que sólo puedes recuperar así.

Pero, rememorar no es una tortura, es disfrutar esa nostalgia, acariciarla suavemente y envolverla, y pegarla a tu pecho como si eso hiciera que prolongara su existencia en tu memoria y volverla a guardar en ese rinconcito del corazón dedicado exclusivamente a ella, es sacar de vez en cuando esos recuerdos al sol para sublimar el sudor del alma…

Creo que los sacaré… ahora…

La nostalgia por la tierra no es un recuerdo simple en blanco y negro, no son sombras o penumbras, no son afectos que huyeron, no son sensaciones y olores lejanos… ¡No!

La nostalgia por la tierra es un recuerdo colorido que sobrevive a la ausencia, es una gama de destellos de claridad que quieres que siga en ti, es un sentimiento que crece y vive más dentro, es de lo que estás hecho, es tu esencia… eres tú.


Thelma Andalón.

P.D. Seguro no soy la única nostálgica fuera de su tierra, ¡Donde quiera se cuecen habas!; pero lo bueno, es que en esta nueva tierra que me ha adoptado he encontrado a mucha gente amable que me ha brindado su amistad, ¡Gracias!

martes, 12 de febrero de 2008

Colegiado

El trabajo colegiado es la herramienta que el mundo educativo ha utilizado en los últimos años para salir adelante con los retos que representa su tarea; no es fortuito que las mejores escuelas del país logren el reconocimiento por el trabajo colectivo que desarrollan, al margen de las tareas individuales que cada quien debe cumplir.

Lo malo del trabajo compartido es que el reconocimiento individual se disipa en el momento en que se presentan los primeros resultados, provocando que los egos se exalten y pretendan dar por terminado el trabajo del resto del grupo.

Un ejemplo de lo anterior es lo que sucede en la escuela donde vivo mis días. Cuando recién llegué a ella el trabajo era permanente, constante y poco equilibrado; la mano se cargaba a unos cuantos para gracia de todos lo cual no estaba mal, pero creo se debían considerar los intereses de cada participante en el equipo de trabajo para que todo fuera más equitativo en la repartición del trabajo y de los beneficios de éste.

Llegó el momento de aprovechar las ideas de los recién llegados, pero estos maestros, los nuevos que no tuvieron contratiempos para ser aceptados, en lugar de ponerse a trabajar para el grupo iniciaron su campaña para obtener beneficios sin sudar pues en el pasado, en otros escenarios, ya habían sudado lo suficiente.

El grupo original perdió la idea ante la insolencia de quienes llegaron sin formarse y fue en este momento donde los egos entraron en juego. Unos se sintieron porque no podían ser amigos de todos; otros desatendieron el trabajo colectivo para llegar al atracón de los espacios vacíos; otro tanto buscó el amparo del anonimato sin conseguirlo, convirtiéndose en personajes grises que no piden ni ofrecen nada a los demás; el resto, tuvo que alzar la voz como pudo para sobrevivir un rato sin que les quitaran lo que tenían, hasta que se hartaron.

El colectivo fue un fracaso porque lo desconocieron y nadie se hacía responsable de ello; el colectivo perdió porque sus integrantes jugaron al “sálvese quien pueda”; el colectivo se deshizo porque no había quien lo organizara; el colectivo… ¿colectivo de qué?

En la normal las cosas no son muy diferentes aunque recientemente se anunció la intención de reintegrar los colegios en un afán de “corregir los errores del pasado” -dijo mi tía, lo cual me parece interesante a estas alturas que se ha dañado el espíritu de mi casa de estudios.

No ha sido fácil sobrevivir estos años sin un rumbo fijo, salvo aquél que dicta la motivación de formar docentes; lo malo es que la medida de reorientar la organización colegiada se percibe más como un acto desesperado por salvar el barco que se hunde desde hace más de dos años, que como una acción conciente de la necesidad de regresarle la identidad a las especialidades que se ofrecen en la institución.

La formación de los colegios traerá nuevos aires y aunque sean ardientes estoy convencido de que los maestros que se perdieron junto con el colectivo volverán a retomar la tarea inconclusa.

Una pregunta… ¿Quién será nuestro coordinador?

sábado, 2 de febrero de 2008

Nada qué decir...




Hace unos días un grupo de amigos (a quienes admiro por diferentes cosas, por la misma y por igual) se reunió para comentar sobre temas variados y que al final redundan en lo mismo… su gran idea de conquistar al mundo; sí, conquistar al mundo de las letras (aunque en honor a la verdad los conquistados son ellos, porque siempre se rinden y terminan degustando su sabor).

Pretendiendo allanar las diferencias y los problemas que éstas pueden acarrear a la comunicación, la convivencia y la amistad y convencidos que son mayores e importantes las similitudes, objetivos, motivaciones, sueños y una lista de puntos en común, decidieron converger en un espacio virtual nutrido por el pensamiento, la complicidad y la pluma de sus diversas personalidades.

Dicen que mejor que ser invitado es llegar a la hora. Yo, llegué a la hora y aunque aparentemente estoy al margen de sus maquinaciones, no dejo de permanecer inmersa en ese mismo mundo. Amén de mi formación académica: normalista de profesión, maestra por vocación y educadora de corazón, vivo (felizmente) con uno de estos amantes de las letras, mantengo una buena relación amistosa con varios y he ido descubriendo en otros su calidad humana.

El caso es que me “colé” en el grupo y créanme que eso no es nada fácil porque una de las características de éste, aunque no lo reconozcan abiertamente, es precisamente su hermetismo; quizá porque el resto de la gente no cumple con el perfil para integrarlo y que consiste primero en ser apasionado por la Normal Superior y estar convencido de que “lo que yo hago o digo es lo que está correcto”


Pero, regresando al tema, la consigna era alimentar una página web que permitiera a todos sus colaboradores expresarse libremente, sin poses, sin tabúes, sin restricciones de fondo o de forma, sólo escribir... Y aquí viene lo bueno…

¡¡¡Qué impresión!!!(¿im?), compartir un espacio con plumas veteranas (no tiene qué ver con la edad eh!), académicas, románticas, reflexivas, chuscas y críticas (¿por no decir filosas?); plumas vívidas y vividas. ¡Por supuesto que me impresiona !!!(¿im?), tanto que por más que pensé sobre qué tema escribir, realmente no se me ocurrió nada.


Pensé en hablar sobre el nombre que se acordó tendría la página: “La doble eLe”, que quiero suponer corresponde a una abreviatura de las iniciales del colegio de Lengua y Literatura, quien cual ave fénix ha resurgido, pero la verdad aún no sé exactamente de dónde salió, ya que se manejaron varias versiones; pero, además, me enteré que también se llama así una marca de zapatos o tenis o botas que me parecieron espantosos, ¡mmm! aunque se aprecian cómodos… ¿dónde los venderán?


También anoté varios temas de los que tengo pendiente escribir, sólo por catarsis, pero tampoco me convencieron; así que, compañeros, lamento en esta ocasión no aportar nada a “La Doble eLe”, espero en breve poder compartirles algo que valga la pena o cuando menos cumpla con la cuota de “subir” un escrito al mes.


Thelma Andalón

Posdata: ¡Gracias por considerarme!