martes, 24 de febrero de 2009

El prestigio contra los prestigiadores

La mayoría de las personas quisiéramos siempre tener lo mejor, ir a los mejores sitios o estudiar en las mejores escuelas; sin embargo, son pocos los que realmente saben qué características o cualidades deben tener para ser realmente “lo mejor”.

Normalmente nos inclinamos a pensar que la marca más cara es “la mejor”; que el lugar más concurrido es “el mejor”, o que la escuela que tiene más tiempo o cobra más es “la mejor”, pero no siempre es así.

En el caso de las instituciones (y de otras empresas o firmas) lo que influye es su “prestigio”, entendiéndolo como realce, renombre o cierta autoridad en su campo. Lamentablemente hay ocasiones en que el prestigio que buscábamos no era tal y nos topamos con que era un truco de los prestigiadores.

Los prestigiadores engañan al público, los emboban por medio de la fascinación. En la película Prestige (2006, de Christopher Nola), Michael Caine menciona que prestigio es el “truco final”. Explica que un acto de magia tiene tres pasos: 1. la promesa: donde el mago muestra un objeto común y corriente, 2. la vuelta, donde lo ordinario se vuelve extraordinario y 3. el prestigio: donde esperas adivinar el secreto de la vuelta, pero el mago te impacta con algo que nunca has visto en tu vida.

Las instituciones que buscan tener prestigio deberían de preocuparse en que sus egresados salgan con todas las habilidades y competencias que necesitarán en su vida laboral. Es inevitable que la sociedad en general, juzgue a la institución por sus egresados; en ellos está impreso el talante institucional, y son ellos quienes pueden afirmar y confirmar si realmente la misión y visión son apropiadas o ciertas. Una vez que se encuentran laborando en el campo para el cual fueron formados pueden dar un veredicto sobre si la opción curricular, o énfasis disciplinar de su profesión, es coherente con la realidad a la que se enfrenta.

Aquellos egresados que salgan victoriosos de su enfrentamiento con la realidad laboral harán, sin lugar a dudas, que el prestigio o buen nombre de la escuela de la que egresaron crezca o sea reconocido; así mismo, todos aquellos que no puedan hacer frente a su realidad también serán la tarjeta de presentación de la institución.

Por lo tanto, todas las instituciones de educación deberían de preocuparse por preparar bien a sus estudiantes; lo cual implica esforzarse en mejorar la calidad de su planta docente, mejorar sus instalaciones, revisar sus decisiones, evaluar sus planes de estudio, etc.

En la medida en que las instituciones abaraten la estancia a sus alumnos, (no exigiéndoles, no evaluándolos como se debiera, no proveyéndolos de maestros capacitados, etc.) perderán la posibilidad de tener prestigio ante la sociedad y se limitarán a ser simples prestigiadores que maquillan la realidad para sorprender y agradar al público.

martes, 17 de febrero de 2009

La ciudad de mis entrañas


En mi ciudad:
hay un cerro que en las tardes de noviembre
se coloca lentamente la pijama de sombras
que le entrega a la Sierra Madre Oriental.

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Tenemos una ciudad que ha causado el asombro de muchos, a la que ha escrito Reyes, a la que ha cantado Celso, ha sido musa de pintores, escultores, artistas que con su sensibilidad describen un lugar que cada vez desconocemos más.
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Las últimas noticias provocan alarma entre los que habitamos este pedazo de tierra llamado Nuevo León, México. Nuestra ciudad ha sido detenida cada tarde por personas que protestan y piden que les aten las manos y los lleven a la muerte. Hombres bomba que provocan a las autoridades, a los medios de comunicación y a la sociedad a que los agredan, y después culparnos por sus golpes.
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El Monterrey de hombres y mujeres de trabajo, de personas emprendedoras, innovadoras e inteligentes, está sublimado a los caprichos de jóvenes que nos reclaman la falta de oportunidad e igualdad. Maltratan los coches que debemos, nos roban las pertenencias que compramos con nuestro trabajo, trabajo que ellos carecen y además nos acusan por no tenerlo.
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Delincuentes, jóvenes, muchachos, viciosos, pandilleros, niños sin amor les llamaría Alex Lora; las oportunidades son de quien las busca, el acceso a la información está ahí, en la misma ruta donde buscaste el refugio de tus problemas.
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Las drogas y el alcohol son responsabilidad de quien las consume, no me atribuyas tu debilidad. No eres más fuerte, eres más idiota. No permitiré que me asustes ni a mí, ni a mi familia. La estupidez de tus actos en presente te los cobrará el destino.
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A los que estamos del otro lado, ellos podrán estar organizados pero nosotros somos más; organicémonos, pero no con marchas blancas partidistas o vendedoras de rating. Hagámoslo ahí en el momento del bloqueo, no debemos escondernos en nuestra ciudad, que se escondan los débiles y salgamos a defendernos con lo que a ellos les falta. Inteligencia.