martes, 3 de mayo de 2011

El Rey Criollo

Parménides García Saldaña (1944-1982), El Rey Criollo, nos invita a dar un paseo por la desfachatez lúdica de los años dorados del Rock and Roll. En el recorrido hemos visto de todo: muchachitos buscando crecer, jovencitas queriendo ser mujeres y jóvenes que pretenden evadir el precio de llegar a la edad adulta y subirse a ella, pero con sus condiciones.

Nace en Veracruz pero hace su vida en la colonia Narvarte donde, como algunos de sus personajes, se rebela contra su familia y evita a toda costa convertirse en un simple profesionista, para tomar el mal camino de las letras. Adopta lo que le conviene de la revolución marxista, como a muchos de sus contemporáneos, y se deja seducir por la obra de Jack Kerouack (En el camino, 1957; Los subterráneos, 1958; Los vagabundos del dharma, 1958; entre otras) escritor que buscaba, igual que Parménides, la libertad en un mundo plagado de estándares sociales que limitan la forma de existir.

El Rey Criollo no fue lo primero que le publicaron aunque sí lo primero que escribió; en él presenta una colección de cuentos que encuentran su acomodo en los 60’s con tintes de humor, drama y confusión púbera, aderezado por los Rolling Stones, epígrafes en cada historia, y puntos de vista variados, de acuerdo a cada personaje. Particularmente el cuento que presta su nombre al libro, utiliza un lenguaje coloquial que asustaría a muchas abuelas de la época, beatas perversas que enmarcan sus rostros con mantillas y atan sus manos a rosarios que manosean hasta despintarlos.

Parménides cuenta sus historias con la fluidez de quienes se sorprenden hablando solos después de agarrar el pedo un lunes desde temprano, utiliza el tono propio de los de su generación y le habla a las venideras que pudieran sentirse atraídas a la literatura de la onda, es en este cuento donde se deja ver, con cierta desfachatez, el «Chinga tu madre» a la sociedad y a la represión que impone sus cánones sobre lo moral y lo correcto.

En medio de un conflicto en el cine, el narrador cuenta su historia para llegar a donde comenzó. La burla contra su amigo dominado por su gorda y la forma como convence a la suya de no ir al cine, así como el abuso de los chavos sobre los pimpollos que esperaban la proyección y la descripción que hace de su hermano, son los fragmentos que ofrecen descanso del ruido encadenado que describe con detalle en cada uno de los pasajes del cuento.

El muchacho de la Narvarte, que no se destaca por su popularidad, adopta actitudes ajenas para crearse una imagen que no pase desapercibida ante la mirada de los otros, para destacarse entre la bola, para tal vez no perderse a sí mismo, lo cual se percibe cuando corrige sus palabras al contarnos la historia: “...padre, digo, chingón, chingonísimo”. Los ambientes son recreados con sencillez y entusiasmo narrativo para contagiar al lector el estado anímico de los protagonistas. Esa irreverencia, provocación e ironía que escurre de cada acción es capaz de sorprender a quien lee la obra de Parménides García Saldaña.

Parménides se revela como el Rey Criollo, y deja testimonio de su gusto por la buena música que permea la idea de hacer uso del texto como pretexto, pues cada canción parece tener eco en cada historia, motivo que ahora sirvió de excusa para elaborar éste texto.