jueves, 26 de noviembre de 2009

Felicidades a los normalistas de Español


Los remedios mágicos resultan atractivos porque prometen la solución a problemas y conflictos sin esfuerzos o sacrificios extraordinarios: píldoras para adelgazar sin dietas y sin ejercicios, cazuelas para cocinar exquisiteces sin instrucción previa, inversiones que ofrecen altos rendimientos sin riesgo, métodos para llegar a realizar cualquier tarea sin esfuerzos, correos que al reenviarse 45 veces resuelven nuestro mayor conflicto, herramientas y aparatos que hacen solos el trabajo... Todos tienen una cosa en común: no funcionan.

El comentario viene a cuento porque, con motivo de la obtención del primer lugar nacional en el examen de conocimientos generales por parte de nuestros alumnos de la especialidad de Español (que actualmente cursan 7° semestre -los que quedan), varios compañeros de la Normal Superior se han acercado (a mí y a algunos compañeros de colegio) para preguntar cómo lo logramos, y creo que esperan una respuesta del tipo “les enseñamos una técnica simple para transformarse de un alfeñique intelectual de 45 puntos IQ en un Charles Einstein en 30 días”, “es por un taller potenciador de competencias”, “les dimos una bebida especial desloosificadora”, o algo por el estilo. Sin embargo, mis compañeros de colegio y yo tenemos bien claro que la formación de docentes eficientes (triunfadores, les dirían en el ámbito deportivo) es un proceso largo y sostenido que involucra varios factores, como el trabajo académico (verdadero trabajo académico) del colegio, y la construcción de una identidad como parte de un grupo, en este caso como maestros de Español... aunque no falta quien se atreve a calificar este logro como una casualidad.

Claro que basta con mencionarles la versión simplificada de la respuesta para que el consultante se retire comentando cosas como “eso no se puede en mi colegio”, o “es que ustedes son de Español”, o cosas por el estilo; después se van para proponer una solución mágica del tipo “curso remedial de emergencia”. Obvia el decir que se trata de planteamientos predestinados al fracaso, puesto que evaden atender la esencia del problema: la necesaria conjunción de conocimientos, habilidades y actitudes, por no hablar de la formación en competencias. Al menos nosotros, en Español, nunca hemos trabajado pensando en la evaluación de nuestros alumnos, sino en las necesidades formativas que tienen como futuros docentes. Es más: nos hemos negado a preparar a los alumnos para los exámenes y nos manejamos con resistencia a la dinámica de estarlos saturando con exámenes “tipo PISA”.


No es la primera vez que nuestros alumnos y egresados obtienen alta puntuación en las evaluaciones (lo han hecho con bastante éxito en los concursos para obtención de horas), pero sí es la primera ocasión en que propios y extraños tienen que reconocer que aún sin seguir las políticas establecidas (al menos no de una manera estricta), los miembros del colegio de Español tenemos muy claro lo que se tiene que hacer para brindar una buena formación a los futuros docentes de lengua. Se trata de un largo proceso que inicia desde el primer semestre y que se mantiene a lo largo de los tres años en que son nuestra responsabilidad. Se trata del ejercicio permanente de reflexión colectiva sobre el currículum, sus propósitos y la metodología aplicable en trabajo colegiado (aunque no existan los colegios). Se trata de la construcción de actitudes docentes a través del ejemplo y el compromiso de quienes impartimos las clases. Se trata de predicar con los actos, y pedir a los estudiantes que lean y que escriban, pero ser los primeros en hacerlo. Se trata de la integración continua y legítima de la identidad que nos convierte en miembros de un grupo social: los normalistas de la especialidad de Español.

Y vamos por otro primer lugar.




domingo, 9 de agosto de 2009

Lector

El trabajo con adolescentes puede ser reconfortante por la gran capacidad que tienen para sobreponerse a los malos maestros, al poco dominio de contenidos que les ofrecen o a los ataques a su autoestima que algunos profesores con perfil de diva les propinan en las escuelas, lo cual a los chavos no les preocupa porque quienes tienen la capacidad para sobresalir –la gran mayoría- lo hacen con, sin o a pesar de sus maestros.

Trabajo en secundaria desde hace unos años, pocos a decir verdad, tan pocos que aún no me alcanza la rutina que reflejan mis compañeros en sus rostros y comentarios, muchas veces amargos y llenos de desaliento, y puedo decir que mi trabajo allí fue mera conveniencia. Sí, decidí buscar la oportunidad de trabajar en este nivel para satisfacer mis necesidades como docente en la Normal, pues no concibo que alguien que nunca ha pisado esas aulas llenas de mutantes adolescentes potenciales -o ya olvidó lo que se siente-, pretenda formar profesores para ese medio.

Hace unos días terminé mi función como lector de varios documentos recepcionales elaborados por alumnos de la modalidad semi-escolarizada que aspiraban a titularse de la licenciatura. Mi trabajo consistía en leer con lupa sus textos para detectar fallos desde la estructura formal del documento, hasta el manejo de los contenidos, pasando por la estructura misma del texto, revisando ortografía, sintaxis, coherencia, cohesión, etc., el trabajo lo creí sencillo, pero me equivoqué. Después tendría que ser parte de su jurado en el examen profesional.

De abril a julio leí nueve documentos de los cuales sólo a siete les di seguimiento; los dos que no seguí estaban muy mal escritos: mala ortografía, pésima redacción en todos los sentidos, mal tratamiento de los contenidos que pretendían compartir, al grado que la autora de uno de esos documentos, catalogada –malamente- por muchos de mis compañeros como una alumna modelo, estuvo a punto de renunciar al proceso de titulación cuando se dio cuenta de sus grandes deficiencias que por supuesto nadie le había hecho notar.

Los otros siete tenían sus problemas, unos más serios que otros, pero sus autoras soportaron las revisiones críticas que les hacía y evidentemente mejoraron sus trabajos. No estoy diciendo que salvé la vida académica de ninguna de ellas, no; pero del primer borrador que recibí al último, se notó una gran diferencia, no porque hayan hecho caso a todas mis sugerencias, tampoco, sino porque tuvieron más elementos para explicar, argumentar, describir, narrar y fundamentar su experiencia docente, como lo exige el documento al que me refiero.

Entre las siete, había tres destacadas, una en cada ángulo del triángulo, de las cuales sólo una tenía el antecedente de la Normal Básica. La primera porque escribió un texto redondo que no dejaba huecos de información, difícil para encontrar detalles qué preguntar porque casi todo estaba contestado en el mismo párrafo o en el siguiente; la segunda porque atendió mis sugerencias sin chistar, y la tercera, la de la Básica, porque su primer borrador estaba peor que los primeros dos documentos que ya describí y terminó como algo bastante aceptable después de cinco o seis días de trabajo intensivo con ella.

Esta última trabaja en primaria, con quinto grado y traía el mundo encima, muchos problemas la atacaron al mismo tiempo y la estaban haciendo pedazos; pero en el momento más intenso de su revisión, aquel donde parecía que ya no daría más por lo malo de su texto, se detuvo a preguntarse en voz alta: -“Si así estoy de mal, ¿qué les estoy enseñando a mis alumnos?”. La pregunta me recordó que cuando mis alumnos de la normal interceden por alguno de sus compañeros que no cumple su parte, sólo les pregunto si lo aceptarían como profesor de sus hijos… la respuesta siempre ha sido la misma: -“No”.

A todas les pregunté en su examen sobre lo que la normal les debe y lo que ellas deben a la normal. A lo primero respondieron que nada y a lo segundo que mucho; pero cuando pregunté cómo le iban a pagar esa deuda a su escuela, todas respondieron que con mucho esfuerzo; sólo a las tres les creí, las demás respondieron como requisito, sin reflexionar su respuesta, en automático, como si la escuela donde se formaron como docentes no pudiera pasarles la factura nunca.

En los exámenes profesionales que me tocó presenciar, cinco de las siete aspirantes lloraron, no al terminar, sino durante el examen; unas lloraron discretamente y otras a moco tendido, pero eso sí, ninguna interrumpió su examen por ello. Comentaba con mi esposa y un amigo que eso sólo se ve en las normales, no sé si en todas o si en las demás especialidades, pero al menos en la de Español sí. Esas lágrimas se acentuaban cuando, las ahora profesoras de secundaria, hablaban de sus alumnos, de la necesidad de escucharlos, de atenderlos, de eliminar sus carestías de aprendizaje, pero creo que mayormente al verse reflejadas en ellos.

No puedo asegurar que el llanto que atestigüé haya sido por lo anterior o por simples nervios, pero me quedo con la primera impresión; tampoco apostaría a que serán buenas profesoras de Español en secundaria, no las conozco como para tanto; sin embargo estoy convencido de que esto de compartir con adolescentes les gusta, lo disfrutan, les apasiona, no como a muchos profesores en servicio que simulan el trabajo a diario, sin una pizca de interés en sus alumnos, sin un solo rasgo de entrega a su profesión, sin la más mínima idea de lo que implica ser profesor.

El hecho de que una haya reconocido sus fallas e identificado cómo superarlas me deja satisfecho y con la esperanza de que tal vez, en un futuro, quienes trabajamos con chavos en las aulas de secundaria podamos superar nuestros límites por el bien de ellos y de nosotros mismos.

Hasta luego…

miércoles, 18 de marzo de 2009

Diseño didáctico

Revisando mis documentos antiguos me encontré con la propuesta de diseño que presento a continuación. Se trata de una secuenciación metodológica para el diseño de un taller de aprendizaje. Se trata de un documento elaborado en el 2001, por lo que algunos planteamientos aparecen un tanto descontextualizados en relación con las concepciones actuales, sin embargo opté por reproducirlo con su forma y contenido originales. Me es importante señalar la presencia de nociones que en la actualidad se han puesto de moda; por otro lado también considero destacable el manejo de los verbos para la categorización de la información: en forma nominal para los títulos y en infinitivo para las tareas a realizar.

En forma breve y a manera de introducción: el taller es una modalidad didáctica en la que los aprendices (talleristas) desarrollan habilidades específicas para la ejecución de un tipo de tarea, bajo la supervisión de un experto. En un taller, todos los participantes desarrollan el mismo producto, pero lo hacen de forma individual, mientras que el experto se encarga de aclarar a cada quien sus dudas y les ayuda a resolver las dificultades que enfrentan.

La noción del taller como modalidad de enseñanza escolar fue desarrollada por John Dewey en el marco de una concepción positivista y pragmática: enseñar a las personas lo que necesitan para desempeñarse eficientemente en el mundo laboral. En el ámbito escolar contemporáneo son muy populares los talleres de redacción y de lectura.

ASPECTOS A CONSIDERAR EN LA PLANEACIÓN DE UN TALLER

1. Análisis de la tarea a realizar.
  • Ubicar el campo a que pertenece la tarea o habilidad que se desarrollará en el taller.
  • Analizar la naturaleza del campo.(teórico o práctico)
  • Delimitar magnitud y dificultad de la tarea. (extensión y profundidad)
  • Especificar los componentes o rasgos principales de la habilidad a desarrollar.
  • Análizar del contexto en que se realizará la tarea.
2. Definición de objetivos (en un taller es fundamental la existencia de objetivos, es decir “el objeto”).
  • Enunciar las metas que alcanzarán los talleristas al final del curso, en términos de :
  • Propósitos. Áreas del desempeño futuro que se verán favorecidas con las tareas y habilidades desarrolladas en el taller (adquirirá / desarrollará esto o aquello para).
  • Objetivos. Metas específicas que lograrán los participantes (alcanzables, significativas, concretas, mesurables y demostrables) enunciándose de la siguiente forma:
  • Expresando específicamente el producto o resultado del aprendizaje.
  • Indicando las condiciones o situaciones en que se adquirirá y aplicará efectivamente el aprendizaje.
  • En forma clara y precisa.
  • En secuencia jerárquica y/o lógica.
  • Indicando resultados finales (no procesos)
  • En lenguaje accesible según el contexto.
3. Especificación de condiciones.
  • Establecer claramente los elementos de conocimiento o de perfil, incluyendo lecturas previas y análisis que debe cubrir el participante.
4. Selección y organización de contenidos.
  • Seleccionar los contenidos que integrarán el trabajo del taller, tomando en cuenta que sean: significativos en relación con los propósitos, y suficientes para el logro de los objetivos
  • Organizar los contenidos en forma secuencial, considerando: su complejidad, la dificultad para su tratamiento y comprensión, y la profundidad con que serán abordados.
  • Preparar una bibliografía básica y una de apoyo para el estudio de los contenidos del taller.
5. Definición de técnicas y procedimientos a utilizar.
  • Seleccionar las técnicas que se aplicarán al trabajo de la información y los procedimientos que ejercitarán los talleristas, aplicando los siguientes criterios:
  • adecuados y coherentes con la información y los propósitos, flexibles, articulables con otras técnicas, aplicables a otros contextos y tareas.
6. Diseño de actividades de aprendizaje.
  • Esquematizar considerando la secuencia: (información - procesamiento - aplicación) que puede ser global o reiterativa, se combinan técnicas y procedimientos en relación con propósitos, contenidos y objetivos, además de, grado de dificultad, secuencia, continuidad e integración.
7. Determinación de recursos y medios didácticos.
  • Determinar que condiciones físicas debe cubrir el área en que se trabajará; el tipo de apoyos técnicos que se requerirán y los materiales de trabajo que deberán diseñarse y estar listos para su aplicación en el curso.
8. Selección de formas de evaluación
  • Establecer claramente la forma en que se evaluarán.
  • El curso taller: en relación con la efectividad del mismo para el logro de propósitos y objetivos.
  • El aprendizaje de los talleristas: de preferencia en un esquema de evaluación inicial, procesual y sumativa.
  • En ambos casos es importante identificar los indicadores que otorgarán los parámetros necesarios para una evaluación objetiva.
  • La evaluación por encuesta mide el grado de aceptación, pero no la efectividad.
9. Diseño y elaboración de materiales
  • Seleccionar lecturas básicas y de apoyo.
  • Diseñar y elaborar las tablas e instrumentos de recopilación y organización de la información.
  • Diseñar las pautas e instrumentos de valoración de la información.
  • Diseñar las pautas e instrumentos de evaluación del curso.
Esta esquematización corresponde a un abordaje exhaustivo de la actividad y está orientado específicamente hacia el diseño de situaciones de enseñanza-aprendizaje donde el peso de las decisiones didácticas recae en el instructor. Un modelo centrado en los esquemas contemporáneos de gestión tendrá características diferentes, al igual que cuando se trate de diseñar proyectos didácticos. En todo caso, la actividad educativa, cuando es efectiva, no es un mero acto de buena voluntad donde una persona se para ante los demás a compartir lo que sabe, sino que se trata del producto del trabajo de diseño y toma de decisiones que respalda cada acción.

martes, 24 de febrero de 2009

El prestigio contra los prestigiadores

La mayoría de las personas quisiéramos siempre tener lo mejor, ir a los mejores sitios o estudiar en las mejores escuelas; sin embargo, son pocos los que realmente saben qué características o cualidades deben tener para ser realmente “lo mejor”.

Normalmente nos inclinamos a pensar que la marca más cara es “la mejor”; que el lugar más concurrido es “el mejor”, o que la escuela que tiene más tiempo o cobra más es “la mejor”, pero no siempre es así.

En el caso de las instituciones (y de otras empresas o firmas) lo que influye es su “prestigio”, entendiéndolo como realce, renombre o cierta autoridad en su campo. Lamentablemente hay ocasiones en que el prestigio que buscábamos no era tal y nos topamos con que era un truco de los prestigiadores.

Los prestigiadores engañan al público, los emboban por medio de la fascinación. En la película Prestige (2006, de Christopher Nola), Michael Caine menciona que prestigio es el “truco final”. Explica que un acto de magia tiene tres pasos: 1. la promesa: donde el mago muestra un objeto común y corriente, 2. la vuelta, donde lo ordinario se vuelve extraordinario y 3. el prestigio: donde esperas adivinar el secreto de la vuelta, pero el mago te impacta con algo que nunca has visto en tu vida.

Las instituciones que buscan tener prestigio deberían de preocuparse en que sus egresados salgan con todas las habilidades y competencias que necesitarán en su vida laboral. Es inevitable que la sociedad en general, juzgue a la institución por sus egresados; en ellos está impreso el talante institucional, y son ellos quienes pueden afirmar y confirmar si realmente la misión y visión son apropiadas o ciertas. Una vez que se encuentran laborando en el campo para el cual fueron formados pueden dar un veredicto sobre si la opción curricular, o énfasis disciplinar de su profesión, es coherente con la realidad a la que se enfrenta.

Aquellos egresados que salgan victoriosos de su enfrentamiento con la realidad laboral harán, sin lugar a dudas, que el prestigio o buen nombre de la escuela de la que egresaron crezca o sea reconocido; así mismo, todos aquellos que no puedan hacer frente a su realidad también serán la tarjeta de presentación de la institución.

Por lo tanto, todas las instituciones de educación deberían de preocuparse por preparar bien a sus estudiantes; lo cual implica esforzarse en mejorar la calidad de su planta docente, mejorar sus instalaciones, revisar sus decisiones, evaluar sus planes de estudio, etc.

En la medida en que las instituciones abaraten la estancia a sus alumnos, (no exigiéndoles, no evaluándolos como se debiera, no proveyéndolos de maestros capacitados, etc.) perderán la posibilidad de tener prestigio ante la sociedad y se limitarán a ser simples prestigiadores que maquillan la realidad para sorprender y agradar al público.

martes, 17 de febrero de 2009

La ciudad de mis entrañas


En mi ciudad:
hay un cerro que en las tardes de noviembre
se coloca lentamente la pijama de sombras
que le entrega a la Sierra Madre Oriental.

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Tenemos una ciudad que ha causado el asombro de muchos, a la que ha escrito Reyes, a la que ha cantado Celso, ha sido musa de pintores, escultores, artistas que con su sensibilidad describen un lugar que cada vez desconocemos más.
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Las últimas noticias provocan alarma entre los que habitamos este pedazo de tierra llamado Nuevo León, México. Nuestra ciudad ha sido detenida cada tarde por personas que protestan y piden que les aten las manos y los lleven a la muerte. Hombres bomba que provocan a las autoridades, a los medios de comunicación y a la sociedad a que los agredan, y después culparnos por sus golpes.
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El Monterrey de hombres y mujeres de trabajo, de personas emprendedoras, innovadoras e inteligentes, está sublimado a los caprichos de jóvenes que nos reclaman la falta de oportunidad e igualdad. Maltratan los coches que debemos, nos roban las pertenencias que compramos con nuestro trabajo, trabajo que ellos carecen y además nos acusan por no tenerlo.
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Delincuentes, jóvenes, muchachos, viciosos, pandilleros, niños sin amor les llamaría Alex Lora; las oportunidades son de quien las busca, el acceso a la información está ahí, en la misma ruta donde buscaste el refugio de tus problemas.
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Las drogas y el alcohol son responsabilidad de quien las consume, no me atribuyas tu debilidad. No eres más fuerte, eres más idiota. No permitiré que me asustes ni a mí, ni a mi familia. La estupidez de tus actos en presente te los cobrará el destino.
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A los que estamos del otro lado, ellos podrán estar organizados pero nosotros somos más; organicémonos, pero no con marchas blancas partidistas o vendedoras de rating. Hagámoslo ahí en el momento del bloqueo, no debemos escondernos en nuestra ciudad, que se escondan los débiles y salgamos a defendernos con lo que a ellos les falta. Inteligencia.