martes, 3 de mayo de 2011

El Rey Criollo

Parménides García Saldaña (1944-1982), El Rey Criollo, nos invita a dar un paseo por la desfachatez lúdica de los años dorados del Rock and Roll. En el recorrido hemos visto de todo: muchachitos buscando crecer, jovencitas queriendo ser mujeres y jóvenes que pretenden evadir el precio de llegar a la edad adulta y subirse a ella, pero con sus condiciones.

Nace en Veracruz pero hace su vida en la colonia Narvarte donde, como algunos de sus personajes, se rebela contra su familia y evita a toda costa convertirse en un simple profesionista, para tomar el mal camino de las letras. Adopta lo que le conviene de la revolución marxista, como a muchos de sus contemporáneos, y se deja seducir por la obra de Jack Kerouack (En el camino, 1957; Los subterráneos, 1958; Los vagabundos del dharma, 1958; entre otras) escritor que buscaba, igual que Parménides, la libertad en un mundo plagado de estándares sociales que limitan la forma de existir.

El Rey Criollo no fue lo primero que le publicaron aunque sí lo primero que escribió; en él presenta una colección de cuentos que encuentran su acomodo en los 60’s con tintes de humor, drama y confusión púbera, aderezado por los Rolling Stones, epígrafes en cada historia, y puntos de vista variados, de acuerdo a cada personaje. Particularmente el cuento que presta su nombre al libro, utiliza un lenguaje coloquial que asustaría a muchas abuelas de la época, beatas perversas que enmarcan sus rostros con mantillas y atan sus manos a rosarios que manosean hasta despintarlos.

Parménides cuenta sus historias con la fluidez de quienes se sorprenden hablando solos después de agarrar el pedo un lunes desde temprano, utiliza el tono propio de los de su generación y le habla a las venideras que pudieran sentirse atraídas a la literatura de la onda, es en este cuento donde se deja ver, con cierta desfachatez, el «Chinga tu madre» a la sociedad y a la represión que impone sus cánones sobre lo moral y lo correcto.

En medio de un conflicto en el cine, el narrador cuenta su historia para llegar a donde comenzó. La burla contra su amigo dominado por su gorda y la forma como convence a la suya de no ir al cine, así como el abuso de los chavos sobre los pimpollos que esperaban la proyección y la descripción que hace de su hermano, son los fragmentos que ofrecen descanso del ruido encadenado que describe con detalle en cada uno de los pasajes del cuento.

El muchacho de la Narvarte, que no se destaca por su popularidad, adopta actitudes ajenas para crearse una imagen que no pase desapercibida ante la mirada de los otros, para destacarse entre la bola, para tal vez no perderse a sí mismo, lo cual se percibe cuando corrige sus palabras al contarnos la historia: “...padre, digo, chingón, chingonísimo”. Los ambientes son recreados con sencillez y entusiasmo narrativo para contagiar al lector el estado anímico de los protagonistas. Esa irreverencia, provocación e ironía que escurre de cada acción es capaz de sorprender a quien lee la obra de Parménides García Saldaña.

Parménides se revela como el Rey Criollo, y deja testimonio de su gusto por la buena música que permea la idea de hacer uso del texto como pretexto, pues cada canción parece tener eco en cada historia, motivo que ahora sirvió de excusa para elaborar éste texto.

jueves, 7 de abril de 2011

Articular los saberes

Reseña del Libro Articular los Saberes de Edgar Morin

por Gilberto Garza Valdez
Interrogarse qué saberes enseñar en las escuelas es el tema central de apasionados debates sobre la reconfiguración de los currículos de todos los niveles educativos.
Raúl D. Mota

El texto es una reseña del libro Articular los Saberes. ¿Qué saberes enseñar en las escuelas?, de Edgar Nahoum Baressi, más conocido como Edgar Morin, quien es un pensador francés, nacido en los años veinte del siglo pasado. El propósito fundamental de este trabajo es facilitar la comprensión de las ideas que expone Morin en dicho texto, el cual consta de cuatro capítulos que se desarrollan en forma secuencial; se incluye un apartado de antecedentes que busca contextualizar al lector en el devenir de la educación a través de los siglos.

Hace unos dos mil años, minutos más, minutos menos, en los primeros cinco siglos sobrevivió lo que pudiera llamarse “la educación general”: leer, escribir y contar; con énfasis en gramática y retórica, heredada de los griegos e impuesta por la hegemonía del imperio romano; después, entre el siglo quinto y décimo, se vivió la llamada edad oscura, en que sólo se educaron unos cuantos religiosos.

Entre el siglo diez y doce, empezó a tomar fuerza la actividad educativa, tratando de recuperar los conocimientos clásicos, traduciendo en algunos monasterios textos del griego al latín, y como era de esperarse con un marcado sesgo religioso.

A finales del siglo doce y principios del siglo trece, en las escuelas catedralicias se debatía intensamente la conveniencia de mantener cerradas las puertas, a temas y conocimientos que pudieran resultar no adecuados para los intereses religiosos. Fue en esos momentos cuando nació el concepto de universitates (latín) e inicia la lucha por abrirse a todo tipo de conocimientos. En el siglo catorce, Italia impulsó el estudio de la historia cultural (Renacimiento), tratando de recuperar lo clásico.

Tuvieron que pasar quinientos años de intentos de arranque y de apertura; es decir, hasta los siglos diecisiete y dieciocho para que las universidades se dieran cuenta que estaban siendo rebasadas por un torrente de nuevas ideas en torno a la filosofía, la ciencia y la tecnología. Y es, hasta finales del siglo veinte e inicios del veintiuno, cuando empiezan a notarse las primeras consecuencias impactantes producidas por los efectos directos del progreso científico y tecnológico.

Morin está convencido de que dichas transformaciones conducen a un aumento de la complejidad de la sociedad; complejidad a la que llama emergente, debido a que desafía los métodos tradicionales de análisis en todos los ámbitos. Es en este marco que empieza a configurar sus ideas.

Su tesis la desarrolla en cuatro textos. El primero se titula: Articular las disciplinas; el segundo: La antigua y la nueva disciplinariedad; el tercero: Por una reforma del pensamiento; el cuarto: La democracia cognitiva y la reforma del pensamiento.

En el primero de los textos, Articular las disciplinas, estudia los vicios y virtudes del quehacer científico mostrando el camino para la consecución de la reforma del pensamiento. Inicia estudiando la ciencia moderna, caracterizada por su organización disciplinaria, donde cada una de ellas encierra a su conocimiento dentro de sus propias fronteras.

Nos advierte que la ciencia, a pesar del paradigma hiperdisciplinario, disyuntivo y reductivo, es inseparable de la transdisciplinariedad; por lo tanto, invita a adoptar un pensamiento complementario que permita encontrar la vía de articulación entre las disciplinas.

“La organización disciplinaria se instituyó en el siglo XIX, con la formación de las universidades modernas…” , y según Morin, aun con todas las ventajas que implica la disciplinariedad al delimitar un campo de competencia sin el cual el conocimiento se volvería vago, y revelar un objeto de interés para la ciencia; se tiende en forma natural hacia la autonomía, por la especificidad de su lenguaje, sus técnicas, y sus teorías, delimitando sus fronteras y posibilitando “…el riesgo de hiperespecialización del investigador, y la cosificación del objeto estudiado olvidando que ha sido extraído desde que es percibido como una cosa en sí, pero que además está vinculado con otros objetos tratados por otras disciplinas…”

Morin también rescata la idea de que ciertas nociones circulan y atraviesan clandestinamente las fronteras de las ciencias; contrario a la idea de que un concepto no tiene pertinencia más que en el campo disciplinario en que nació, señalando como ejemplo que “…Claude Lévi-Straus no hubiera podido elaborar su antropología estructural si no hubiera conocido a Jacobson en los bares de New York, creador de la lingüística estructural…”

La invitación del autor es a articular las disciplinas buscando la transdisciplinariedad que permita hacer frente y estar a la altura de los problemas de nuestro tiempo.

En el segundo texto, La antigua y la nueva disciplinariedad, remarca “…la importancia de una transdisciplinariedad que reincorpore al sujeto como conceptuador enmarcado en su contexto, y la búsqueda de un paradigma de la complejidad.”

En este capítulo nos remite básicamente a la búsqueda de una actitud determinada al investigar, al reflexionar, al comprender y explicar los saberes; luchando contra el olvido en que la ciencia ha dejado al sujeto cognoscente, así como contra la excesiva fragmentación y formalización teórica. Es la búsqueda de un nuevo enfoque de pensamiento.

Morin aclara que no se trata de controlar las disciplinas, sino de hacer interdisciplinariedad integrando al sujeto aun con el riesgo de su influencia subjetiva, ya que finalmente la ciencia no es pura, sino producto de los mismos sujetos que en otros tiempos con sus propias limitaciones se encerraron con su ámbito, por lo que insiste: “…los más grandes progresos científicos contemporáneos se han logrado reintegrando el observador a lo observado…” y critica que la realidad objetiva del observador y su influencia en la ciencia, no es aceptada, o es menospreciada.

Y se pregunta “¿Cómo restituir el problema del saber? El paradigma que sostiene nuestro conocimiento científico es incapaz de responder a la pregunta, puesto que la ciencia se fundó sobre la exclusión del sujeto…”

Aun siendo el hombre el objeto del conocimiento, se le descompuso en mil pedazos para tratar de comprenderlo olvidando la necesidad de mantenerlo unido en la conjunción sujeto/objeto; y en el estado actual de proliferación y dispersión de conocimientos, es necesario regresar a revisar los paradigmas de los mismos, ya que “…el desarrollo de la ciencia se efectúa no ya por acumulación de conocimientos, sino por la transformación de principios organizadores del conocimiento. La ciencia no sólo crece, se transforma…” . “Es por ello que se llegó a la situación actual, donde la ciencia es incapaz de pensarse a sí misma científicamente, incapaz de determinar su lugar, su rol en la sociedad, incapaz de prever si lo que saldrá de su desarrollo contemporáneo es el anonadamiento, la servidumbre o la emancipación”. Podríamos agregar o su destrucción.

El autor propone dejar de emplear los métodos con reglas fijas que presumen pronóstico y control, sino construir un camino basado en la incertidumbre buscando que no se vuelva rector ni metodología. “El método es lo que enseña a aprender. Es un viaje que no se inicia con un método, se inicia con la búsqueda del método. El despliegue de un camino con el temple necesario para resistir las tentaciones racionalistas: la idealización…la racionalización…la normalización…”

El tercer texto: Por una reforma del pensamiento, enfatiza la necesidad urgente de una reforma paradigmática, revisando el lugar del conocimiento, la complejidad y la ruptura entre las humanidades y la ciencia.

La razón lógica para la fragmentación del conocimiento a través de las disciplinas fue para se hiciera mejor y más específico, para facilitar su estudio y comprensión; el problema sobrevino cuando se perdió la comunicación entre ellas.

Está convencido de que se puede llegar a un nivel de conocimiento más apto al tomar en cuenta las relaciones existentes entre las diversas disciplinas, sin ver las cosas aisladas ya que “un conocimiento sólo es pertinente en la medida en que se sitúa dentro de un contexto…”, no solamente teórico sino histórico.

“…A través de este formidable desarrollo de la cultura científica, uno asiste a la pérdida de la reflexividad incluso sobre el devenir de la ciencia misma y sobre la naturaleza de la ciencia humana…”, todo esto como consecuencia de la separación histórica del campo de las humanidades en donde se favorecía la reflexión y la capacidad de meditar sobre el saber, para hacer conciencia de sí mismo.

Morin hace un llamado para detener la invasión de la cultura científica sobre las humanidades, ya que el lenguaje científico tiende a cerrarse e inclusive volverse esotérico para el común de la gente y para los mismos especialistas, si pertenecen a otra disciplina. “…Desgraciadamente, cuantos más conocimientos especializados y limitados se tienen, más ideas absolutamente estúpidas sobre la política, el amor, o la vida se tienen…”

A esta problemática llama: el desafío de la complejidad, proponiendo hacerle frente a la incertidumbre, pensando en la incertidumbre y afirmando poéticamente: “…El conocimiento es una navegación dentro de un océano de incertidumbres, salpicado de archipiélagos de certidumbres…”

Plantea que la necesidad de responder a este reto es de escala mundial y absolutamente vital, ya que los procesos locales retroactúan sobre los procesos globales y la forma de hacerlo es a través de la reforma del pensamiento, identificando las conexiones y la religazón, ya que todas las cosas están ligadas unas a las otras; es imposible conocer las partes sin el todo, y el todo sin conocer las partes. La misión de la enseñanza dentro de este contexto: el aprendizaje de la religazón.

La reforma del pensamiento, de la que habla el autor, es de la parte más profunda de la estructura, es de naturaleza paradigmática, concierne a los principios fundamentales que deben gobernar nuestros discursos y nuestras teorías, y para ello propone siete principios, entre los que destacan los siguientes tres: el de bucle recursivo o autoproductivo, el de la dialógica y el holográmico.

El primero es el de bucle recursivo o autoproductivo, en el que explica que todas las personas somos el efecto y el producto de un proceso de reproducción, pero que también somos productores, rompiendo la causalidad lineal, para aceptar que somos efecto pero también causa, y que esto es necesario para que el proceso no se detenga.

La sociedad de la cual formamos parte, entonces, es el producto de la interacción de todas las personas que la construyen, y de la cual emergen cualidades y defectos produciendo así ciertos individuos que a su vez retroactuarán sobre otros individuos humanos, en una causalidad espiral.

El segundo es el de la dialógica, en el que invita a colocar juntos algunos principios, ideas y nociones que aparentemente pueden resultar paradójicos; citando a Heráclito quien habría dicho: “vivir de muerte, morir de vida” lo que significa que en un ser vivo las células mueren y son reemplazadas por nuevas células, en un ciclo que opera a través de la muerte para mantenernos vivos. Es la interrelación contradictoria/complementaria de varias lógicas para comprender y explicar algo.


El tercero es el holográmico, en el que se sostiene que no sólo la parte está en el todo, sino que el todo está en la parte; es decir, una célula de nuestro cuerpo contiene toda la información genética necesaria para reproducir un ser idéntico, mientras que nuestro cuerpo contiene la dicha célula. Las células nos contienen y nosotros contenemos las células.

La sociedad también, considerándola como un cuerpo, como un todo, nos contiene en su interior, pero nosotros la contenemos a ella al poseer su lenguaje, su cultura y sus vicios, los cuales reproducimos a la perfección.

El siguiente cuento puede aplicarse como ejemplo, en otro nivel de perspectiva: Un científico observaba con un poderoso telescopio el universo… cuando le comenta a la esposa: tuve la sensación de que un gran ojo me miraba desde lejos; mientras en otro mundo, un niño jugando con un microscopio veía en el portaobjetos cierta sustancia… cuando le comenta al papá: tuve la sensación de que un minúsculo ojo me estaba mirando.

Al final de este capítulo, Morin recuerda a Platón y comenta: “La cuestión del eros platónico es importante en estos tiempos en los que la educación se ve como negocio, en los que el conocimiento es solamente para el uso de algunos cuantos. El educador debe preparar a sus alumnos para la sociedad y las cuestiones que se le presentarán en ella, considerando que ellos mismos son quienes la conforman”.

El cuarto y último texto es: La democracia cognitiva y la reforma del pensamiento, en él nos advierte sobre los peligros de la hiperespecialización que produce ignorancia y ceguera, además de conducir a que el conocimiento esté en manos de unos cuantos, por lo que se requiere una reforma del pensamiento que derive en una democracia cognitiva, que consiste en “…la habilidad o esfuerzo mental de reflexión y conocimiento abierto, sin cortapisas, sin marcos dogmáticos, sin prejuicios e intolerancias…”

Morin argumenta que en el mundo actual el ciudadano común no cuenta con la posibilidad de acceder al conocimiento, por lo que se encuentra desposeído ante quienes lo han acaparado, especializado y tecnificado, quitándole el derecho de pensar por sí mismo, sobre sí mismo y en los hechos histórico-sociales que está viviendo; por lo que se requiere reformar el pensamiento y además la institución que lo promueve o produce ya que son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias, y el propio educador necesita ser educado.

Cita como ejemplo: “…el arma atómica ha desposeído totalmente al ciudadano de la posibilidad de pensarla y de controlarla; su utilización está ceñida a la decisión personal de cada jefe de estado sin consultar a ninguna instancia democrática… y la información sobre la misma está reservada para una élite intelectual anónima.

Con una considerable carga ideológica, también nos habla sobre las competencias democráticas que son: “…las garantías que todo individuo debe poseer por ser parte de la sociedad: libertad, igualdad y representatividad…”

Por último afirma: “…Pensar globalmente, con un paradigma complejo, dota al ciudadano de la posibilidad de afrontar la incertidumbre y de establecer un mejor gobierno.”

Los restantes cuatro principios, aparte de los tres ya señalados: Bucle recursivo, Dialógica y Holográmico son: Sistémico u organizacional, Retroactividad, Autonomía/dependencia y Reintroducción del cognoscente en todo el conocimiento.

El cuarto principio, llamado sistémico u organizacional, implica la aceptación de que la organización es el producto de la interrelación entre el orden y el desorden; es cierta complejidad dinámica relacionada con el azar y la existencia de una cantidad innumerable de dimensiones e interacciones entre orden, desorden y reorganización continua; llamada por otros autores como teoría del caos.

El quinto principio es el de retroactividad; constituye un ciclo de inicio y reinicio de un mismo fenómeno; sin embargo, la retroacción no se perpetúa en un ciclo continuo, ya que inscrito en el contexto dialógico de la vida y la muerte celular, finalmente, algún día termina el ciclo. Además, en cierto tipo de organizaciones, se vincula con el bucle recursivo o autoproductivo. La recursión, por otra parte, propicia el surgimiento de nuevas organizaciones a través de una continua regeneración, significa producción de sí mismo, y la diferencia con la retroacción es que el principio recursivo propicia el surgimiento de nuevas organizaciones a través de una continua regeneración; y, si lo vinculamos con el principio dialógico de la vida y la muerte, una vez que termina el ciclo retroactivo, entra el recursivo para el surgimiento de nuevas organizaciones, e inclusive la continuación de la vida a través de los genes.

El sexto principio es llamado autonomía/dependencia; la autonomía está lejos de ser una idea que signifique libertad absoluta, ya que se nutre de la dependencia; la noción de autonomía es toda una paradoja, ya que implica lo individual pero dentro de un contexto del cual depende; por lo tanto, tal dependencia inhibe la autonomía.

Principio de reintroducción del cognoscente; implica aceptar que la trandisciplinariedad ha sido parte de la ciencia, pero no ha sido promovida suficientemente, ocasionando el rechazo al sujeto cognoscente por el objeto estudiado; sujeto que debe enmarcarse en su contexto y adquirir una actitud determinada al investigar y explicar sus conocimientos.

La tesis del autor sobre la reforma educativa, necesaria en estos momentos, radica en que los docentes sean capaces de pensarse a sí mismos, dentro del contexto actual para transformarlo retomando el liderazgo; transitando a través de la incertidumbre, al aceptar la imposibilidad de conocer en su totalidad un objeto o fenómeno, debido a la intervención del individuo cargada de su percepción e interpretación personal; buscando la posibilidad de explicarse a sí mismo como sujeto/objeto de esta sociedad, para poder promover la producción y reticulación de saberes, sin limitaciones.



La tesis de Edgar Morin tiene muchos detractores y una considerable cantidad de estudiosos que la promueven y defienden. Lo que plantea básicamente es una invitación a la reflexión desde la propia revisión de nuestro ser, es decir, nos lleva por un camino de autorreconocimiento como célula social, producto y reproductor de las virtudes y los vicios, para ser capaces de sacudirnos el lastre social que no nos permite vislumbrar una posible realidad y decidir sobre ella. Nos invita a un nuevo enfoque de pensamiento.

En el terreno educativo, el pensamiento complejo implica la articulación de saberes que nos permitan ser competentes para tomar decisiones y resolver problemáticas en todos los ámbitos; una nueva actitud al investigar, reflexionar, comprender y explicar nuestros saberes; el análisis de nuestras estructuras paradigmáticas, es decir, las que determinan nuestras creencias, discursos, teorías; la revisión de los nuevos principios organizadores del conocimiento.

Yo diría que el pensamiento complejo es ante todo un pensamiento que relaciona, lo que está tejido en conjunto.
Edgar Morin


BIBLIOGRAFÍA

James, Bowen., Peter, R. Hobson. (1996). Teorías de la Educación. México: Limusa.

Morin, Edgar. (2006). Articular los saberes ¿Qué saberes enseñar en las escuelas? Primera reedición en español. Publicación del Instituto Internacional para el Pensamiento Complejo, bajo el auspicio de: UANL, ENS. Monterrey, México.

martes, 2 de noviembre de 2010

CALAVERAS

A LA NORMAL

La muerte andaba buscando,
por Venustiano Carranza,
la Normal de los maestros
“La Superior” afamada.

Fue a preguntar a la plaza,
una maestra le dijo:
-la escuela está muy cambiada
no sé, qué cosas se hizo-.

La muerte tan intrigada
por tanto cambio que había,
se sentía consternada
la normal no le cabía.

El pozo era muy angosto,
había que hacerlo más grande;
para que también cupiera
la normal, con su escalera.

Sus planes para llevarla
a sepultar a la tumba,
parecían alejarse
y a la normal no llevarse.

Por lo tanto se enfilaba,
llenando formatos ISO,
para que antes de llevarla,
firmara, la que lo hizo.

La escuela estaba tranquila
la muerte andaba ocupada,
metiendo en su carpeta
sus planes, a puño y letra.

Cuidando la ortografía
la redacción y coherencia
firmándole su sentencia
en la cuenta regresiva.

_____________________________

AL COLEGIO DE LENGUA Y LITERATURA

El colegio de Español,
“Regulares”, por supuesto:
Válganme la aclaración,
Por si se cuelgan el puesto.

Discutíamos en reunión
Cuando aparece la flaca;
Dando un grito de obstinación
Indignada me levanté.

Le dije con voz alzada:
-óigame no, señorita
la más delgada de español
la tiene aquí paradita-

Con el vacío en sus ojos
y su inquietante aire,
la muerte más que asustarse
se mostraba muy atenta.

Seguíamos discutiendo
sobre los temas actuales
de lengua, literatura,
y Enseñanza-Aprendizaje.

Mientras la muerte rondaba
se mareó con tantas letras,
y con mucha sutileza
se salió de donde estaba.

Desde entonces no ha rondado
su sombra por este lugar,
y sacando filo estamos
esperando su regreso.

La formación de maestros;
especialidad de “Español”
seguirá siendo el rumbo,
de la constante discusión.

Comienzo aquí a despedirme
a sus órdenes “La flaca”
pero no, la que se lleva
a los muertos al panteón.

Soy la profe de “Español”
que rimar estoy tratando,
sólo voy dejando letras
con toda mi inspiración.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Las calaveras del Fer para la raza de la LL

La muerte andaba paseando
visitando los panteones,
cuando se encontró una escuela
bien llena de profesores.

Me gusta aquí pa' surtirme,
pensó la "huesos" lironda,
me llevaré profesores
de la lengua española.

Segura estuvo la muerte
del profe Jorge Segura
que ensayaba pastorelas
como artista, no haya duda.

"Me gustan los bigotones
con voz de hombres bragados".
Y antes de caer en cuenta,
Jorge estaba empaquetado.

Segura ya está enterrado,
pero en un gran mausoleo,
porque la muerte en domingo
lo busca pa'l zapateo.

Estaba Gilberto Garza
llenando formatos ISO,
cuando le dijo una voz:
"papito, dame un besito".

Gilberto no es de apretarse,
y menos con una dama,
pero donde dio la vuelta
quedó tieso como tabla.

Aunque está frío el profe Garza,
no descansa todavía,
porque la muerte lo tiene
de "damo" de compañía.

Gloria Martínez Licea
llegó todita sudada
porque venía del gimnasio
cuando encontró a la calaca.

"Vente conmigo güerita,
tu tiempo aquí ya se acaba"
"Me voy, pero si me dices
cómo haces para estar flaca".

Ya está Gloria en el panteón
leyendo recepcionales;
ya no necesita dieta,
ni hacer cien abdominales.

"A ese no me le acerco",
dijo de Oscar Benavides.
La muerte le tenía miedo
por su fama de terrible.

Le apuntó con una flecha,
afinó su puntería,
pero en vez de darle a Oscar,
le dio a Tita la perrita.

Oscarito no ha muerto
porque la Flaca le saca:
sabe que la está esperando
para darle con la estaca.

La Muerte estaba cansada,
pero siguió en su empeño
de juntar profes de lengua
para llevarse a su reino.

Encontró a Ileana Cepeda,
le dijo "de flaca a flaca,
vente conmigo a la buena,
me gustas por literata".

A Ileana no le hacía gracia
morir fuera de Quincena,
le dijo "yo soy cronista,
consíguete una poeta".

Pues Yla ya está enterrada,
poco valió su argumento,
y está armando un sindicato
con los escritores muertos.

Hiram Uresti no supo
ni como estuvo la cosa;
para cuando se dio cuenta
ya lo tenían en la fosa.

"Después de todo, se dijo,
tal vez esto no sea malo,
porque quiero entrevistarme
con escritores de antaño".

A Hiram no lo encontraremos
enterrado en un lugar;
es como un aparecido
que se dedica a viajar.

Carlos Omar Villarreal.
ahí fue cosa distinta.
Con él estuvo la "Huesos"
pidiéndole una cita.

Como Carlos no cedía
al amoroso reclamo,
se lo llevó de repente
sin carta del sindicato.

No puede quejarse el Güero,
pues es un muerto querido,
la Huesuda es una dama
que le prodiga cariño.

Al otro hubo de esperarlo,
que llegara de Linares,
Enrique Rodríguez Chiu,
adora aquellos lugares.

Enrique dijo a la Muerte,
"Amiga, dame la mano,
deja que acabe mi tesis,
y después de eso nos vamos".

Le dio montones de dulces,
y le provocó diabetes,
así que en pura venganza,
pronto lo jaló la Muerte.

Al que estas coplas comparte,
un tal Fernando Arellano,
en una piedra picuda
Muerte lo dejó sentado.

"No es porque te discrimine,
pero tengo que pensar,
porque sé que si te llevo
vas a empezar a criticar".

Y con ésta me despido,
porque es mucho arguír,
dedicamos calaveras,
deseando un largo vivir.

martes, 16 de marzo de 2010

Entre nosotros y otros: estereotipos en los medios

Un tema inconcluso con mi actual grupo de Español tiene que ver con los estereotipos que ofrecen los medios de comunicación y que hemos adoptado como realidades verdaderas, aun cuando nosotros mismos encajamos en un estereotipo que no compartimos realmente.

Todos hemos escuchado o contado un chiste de gallegos, torpes, tontos, inadaptados siempre a la sociedad en las que se les acomoda. Del mismo modo, sabemos que en los mismos chistes el mexicano es aguzado, vivaz, por no decir vivales, impertinente, audaz y picante; aunque también sabemos que, en otras partes, la imagen del mexicano es la del güevon, pendejo y jodido, y sabemos que no todos encajamos en la descripción.

Lo malo de lo anterior es que hemos vivido muchos años bajo la sombra de las características que los medios señalan como aceptables en la sociedad, y esto nos ha marcado en lo más profundo del subconsciente al grado que resulta difícil quitarnos los anteojos que nos dejan ver lo que los medios nos permiten ver; ese es uno de los motivos por los cuales debemos pensarnos como usuarios de los medios: para tomar distancia del consumo y analizarlos.

Un ejemplo de lo anterior pueden ser los promocionales de México en la televisión, con motivo del bicentenario de la independencia y el centenario de la revolución; en uno de ellos presentan la danza del venado como parte de la cultura representativa de Sinaloa, es un error (eso casi me hace perder a mi mujer de un infarto). Otro, presentan El Chepe, desde la sierra de Chihuahua, y el Tarahumara que se liga a la modelo no tiene rasgos de esa raza, ¡peor aún! ¡No se ha quitado las conchas de la piernas con las que baila en Sinaloa!

¿Por qué se usan los estereotipos en los medios? Primero se debe entender que los mensajes que los medios emiten no llegan sorpresivamente al consumidor, sino que son resignificados a través de operaciones cognitivas (atención, comprensión, asociación, y otras), que permiten la negociación de significados y sentidos de los mensajes, lo que provoca la apropiación o resistencia a ellos. Ante este panorama netamente comunicativo, es fácil concebir entonces que el usuario se identifique, de acuerdo a la visión que tiene de sí mismo, con los diferentes grupos sociales creados por quienes dirigen los medios para el consumo de ciertos mensajes con intenciones bien definidas.

Ahora bien, esa visión propia del usuario no es otra cosa que la ideología que lo identifica, producto del constructo social que lo rodea y que consume, igual que él, de los medios. Esta ideología modela nuestros deseos, temores y esperanzas; lo que pensamos acerca de los saberes y haceres, las formas en que deben relacionarse las familias o grupos sociales, otorgando así creencias acerca del mundo que nos rodea, pero siempre enmarcado en la realidad simulada de los medios de comunicación. Esta ideología nos permite construir una serie de valores que se modifican según el contexto histórico, social, económico, político de cada grupo social.

Pregunté a mis alumnos, después de ver una imagen familiar, si su realidad correspondía a la de los personajes de la fotografía; su respuesta fue negativa, ese estereotipo no corresponde a la imagen razonada que tienen de sí mismos. Y es que esa es la diferencia entre consumidores y usuarios de los medios, mientras los primeros se quedan con la primera capa de la información, los usuarios reflexionan sobre el mensaje completo, concediendo valores y significados de realidad a lo que se oferta en el lenguaje de los medios.

Cuando un consumidor de los medios logra consolidarse como usuario, se puede decir que está listo para construir una identidad personal, a partir de sus relaciones de clase, de género, étnicas, laborales, culturales, etc., que le permita confirmar relaciones comunitarias con sentimientos de pertenencia, los cuales lo llevarán a tomar conciencia del nosotros, que involucra desde su gestación la idea de los otros, como condición de la convivencia social, base de la identidad colectiva.

Lo anterior me lleva una vez más a los estereotipos como reflejo de esa identidad colectiva que no sabe dónde ubicarse: entre nosotros o los otros, pero que definitivamente su agrupación será guiada por sus condiciones de vida, intereses, historias, expectativas, relaciones sociales, etc., y no por ser mejores o peores… aunque la realidad diga lo contrario ¿no creen?

jueves, 26 de noviembre de 2009

Felicidades a los normalistas de Español


Los remedios mágicos resultan atractivos porque prometen la solución a problemas y conflictos sin esfuerzos o sacrificios extraordinarios: píldoras para adelgazar sin dietas y sin ejercicios, cazuelas para cocinar exquisiteces sin instrucción previa, inversiones que ofrecen altos rendimientos sin riesgo, métodos para llegar a realizar cualquier tarea sin esfuerzos, correos que al reenviarse 45 veces resuelven nuestro mayor conflicto, herramientas y aparatos que hacen solos el trabajo... Todos tienen una cosa en común: no funcionan.

El comentario viene a cuento porque, con motivo de la obtención del primer lugar nacional en el examen de conocimientos generales por parte de nuestros alumnos de la especialidad de Español (que actualmente cursan 7° semestre -los que quedan), varios compañeros de la Normal Superior se han acercado (a mí y a algunos compañeros de colegio) para preguntar cómo lo logramos, y creo que esperan una respuesta del tipo “les enseñamos una técnica simple para transformarse de un alfeñique intelectual de 45 puntos IQ en un Charles Einstein en 30 días”, “es por un taller potenciador de competencias”, “les dimos una bebida especial desloosificadora”, o algo por el estilo. Sin embargo, mis compañeros de colegio y yo tenemos bien claro que la formación de docentes eficientes (triunfadores, les dirían en el ámbito deportivo) es un proceso largo y sostenido que involucra varios factores, como el trabajo académico (verdadero trabajo académico) del colegio, y la construcción de una identidad como parte de un grupo, en este caso como maestros de Español... aunque no falta quien se atreve a calificar este logro como una casualidad.

Claro que basta con mencionarles la versión simplificada de la respuesta para que el consultante se retire comentando cosas como “eso no se puede en mi colegio”, o “es que ustedes son de Español”, o cosas por el estilo; después se van para proponer una solución mágica del tipo “curso remedial de emergencia”. Obvia el decir que se trata de planteamientos predestinados al fracaso, puesto que evaden atender la esencia del problema: la necesaria conjunción de conocimientos, habilidades y actitudes, por no hablar de la formación en competencias. Al menos nosotros, en Español, nunca hemos trabajado pensando en la evaluación de nuestros alumnos, sino en las necesidades formativas que tienen como futuros docentes. Es más: nos hemos negado a preparar a los alumnos para los exámenes y nos manejamos con resistencia a la dinámica de estarlos saturando con exámenes “tipo PISA”.


No es la primera vez que nuestros alumnos y egresados obtienen alta puntuación en las evaluaciones (lo han hecho con bastante éxito en los concursos para obtención de horas), pero sí es la primera ocasión en que propios y extraños tienen que reconocer que aún sin seguir las políticas establecidas (al menos no de una manera estricta), los miembros del colegio de Español tenemos muy claro lo que se tiene que hacer para brindar una buena formación a los futuros docentes de lengua. Se trata de un largo proceso que inicia desde el primer semestre y que se mantiene a lo largo de los tres años en que son nuestra responsabilidad. Se trata del ejercicio permanente de reflexión colectiva sobre el currículum, sus propósitos y la metodología aplicable en trabajo colegiado (aunque no existan los colegios). Se trata de la construcción de actitudes docentes a través del ejemplo y el compromiso de quienes impartimos las clases. Se trata de predicar con los actos, y pedir a los estudiantes que lean y que escriban, pero ser los primeros en hacerlo. Se trata de la integración continua y legítima de la identidad que nos convierte en miembros de un grupo social: los normalistas de la especialidad de Español.

Y vamos por otro primer lugar.




domingo, 9 de agosto de 2009

Lector

El trabajo con adolescentes puede ser reconfortante por la gran capacidad que tienen para sobreponerse a los malos maestros, al poco dominio de contenidos que les ofrecen o a los ataques a su autoestima que algunos profesores con perfil de diva les propinan en las escuelas, lo cual a los chavos no les preocupa porque quienes tienen la capacidad para sobresalir –la gran mayoría- lo hacen con, sin o a pesar de sus maestros.

Trabajo en secundaria desde hace unos años, pocos a decir verdad, tan pocos que aún no me alcanza la rutina que reflejan mis compañeros en sus rostros y comentarios, muchas veces amargos y llenos de desaliento, y puedo decir que mi trabajo allí fue mera conveniencia. Sí, decidí buscar la oportunidad de trabajar en este nivel para satisfacer mis necesidades como docente en la Normal, pues no concibo que alguien que nunca ha pisado esas aulas llenas de mutantes adolescentes potenciales -o ya olvidó lo que se siente-, pretenda formar profesores para ese medio.

Hace unos días terminé mi función como lector de varios documentos recepcionales elaborados por alumnos de la modalidad semi-escolarizada que aspiraban a titularse de la licenciatura. Mi trabajo consistía en leer con lupa sus textos para detectar fallos desde la estructura formal del documento, hasta el manejo de los contenidos, pasando por la estructura misma del texto, revisando ortografía, sintaxis, coherencia, cohesión, etc., el trabajo lo creí sencillo, pero me equivoqué. Después tendría que ser parte de su jurado en el examen profesional.

De abril a julio leí nueve documentos de los cuales sólo a siete les di seguimiento; los dos que no seguí estaban muy mal escritos: mala ortografía, pésima redacción en todos los sentidos, mal tratamiento de los contenidos que pretendían compartir, al grado que la autora de uno de esos documentos, catalogada –malamente- por muchos de mis compañeros como una alumna modelo, estuvo a punto de renunciar al proceso de titulación cuando se dio cuenta de sus grandes deficiencias que por supuesto nadie le había hecho notar.

Los otros siete tenían sus problemas, unos más serios que otros, pero sus autoras soportaron las revisiones críticas que les hacía y evidentemente mejoraron sus trabajos. No estoy diciendo que salvé la vida académica de ninguna de ellas, no; pero del primer borrador que recibí al último, se notó una gran diferencia, no porque hayan hecho caso a todas mis sugerencias, tampoco, sino porque tuvieron más elementos para explicar, argumentar, describir, narrar y fundamentar su experiencia docente, como lo exige el documento al que me refiero.

Entre las siete, había tres destacadas, una en cada ángulo del triángulo, de las cuales sólo una tenía el antecedente de la Normal Básica. La primera porque escribió un texto redondo que no dejaba huecos de información, difícil para encontrar detalles qué preguntar porque casi todo estaba contestado en el mismo párrafo o en el siguiente; la segunda porque atendió mis sugerencias sin chistar, y la tercera, la de la Básica, porque su primer borrador estaba peor que los primeros dos documentos que ya describí y terminó como algo bastante aceptable después de cinco o seis días de trabajo intensivo con ella.

Esta última trabaja en primaria, con quinto grado y traía el mundo encima, muchos problemas la atacaron al mismo tiempo y la estaban haciendo pedazos; pero en el momento más intenso de su revisión, aquel donde parecía que ya no daría más por lo malo de su texto, se detuvo a preguntarse en voz alta: -“Si así estoy de mal, ¿qué les estoy enseñando a mis alumnos?”. La pregunta me recordó que cuando mis alumnos de la normal interceden por alguno de sus compañeros que no cumple su parte, sólo les pregunto si lo aceptarían como profesor de sus hijos… la respuesta siempre ha sido la misma: -“No”.

A todas les pregunté en su examen sobre lo que la normal les debe y lo que ellas deben a la normal. A lo primero respondieron que nada y a lo segundo que mucho; pero cuando pregunté cómo le iban a pagar esa deuda a su escuela, todas respondieron que con mucho esfuerzo; sólo a las tres les creí, las demás respondieron como requisito, sin reflexionar su respuesta, en automático, como si la escuela donde se formaron como docentes no pudiera pasarles la factura nunca.

En los exámenes profesionales que me tocó presenciar, cinco de las siete aspirantes lloraron, no al terminar, sino durante el examen; unas lloraron discretamente y otras a moco tendido, pero eso sí, ninguna interrumpió su examen por ello. Comentaba con mi esposa y un amigo que eso sólo se ve en las normales, no sé si en todas o si en las demás especialidades, pero al menos en la de Español sí. Esas lágrimas se acentuaban cuando, las ahora profesoras de secundaria, hablaban de sus alumnos, de la necesidad de escucharlos, de atenderlos, de eliminar sus carestías de aprendizaje, pero creo que mayormente al verse reflejadas en ellos.

No puedo asegurar que el llanto que atestigüé haya sido por lo anterior o por simples nervios, pero me quedo con la primera impresión; tampoco apostaría a que serán buenas profesoras de Español en secundaria, no las conozco como para tanto; sin embargo estoy convencido de que esto de compartir con adolescentes les gusta, lo disfrutan, les apasiona, no como a muchos profesores en servicio que simulan el trabajo a diario, sin una pizca de interés en sus alumnos, sin un solo rasgo de entrega a su profesión, sin la más mínima idea de lo que implica ser profesor.

El hecho de que una haya reconocido sus fallas e identificado cómo superarlas me deja satisfecho y con la esperanza de que tal vez, en un futuro, quienes trabajamos con chavos en las aulas de secundaria podamos superar nuestros límites por el bien de ellos y de nosotros mismos.

Hasta luego…

miércoles, 18 de marzo de 2009

Diseño didáctico

Revisando mis documentos antiguos me encontré con la propuesta de diseño que presento a continuación. Se trata de una secuenciación metodológica para el diseño de un taller de aprendizaje. Se trata de un documento elaborado en el 2001, por lo que algunos planteamientos aparecen un tanto descontextualizados en relación con las concepciones actuales, sin embargo opté por reproducirlo con su forma y contenido originales. Me es importante señalar la presencia de nociones que en la actualidad se han puesto de moda; por otro lado también considero destacable el manejo de los verbos para la categorización de la información: en forma nominal para los títulos y en infinitivo para las tareas a realizar.

En forma breve y a manera de introducción: el taller es una modalidad didáctica en la que los aprendices (talleristas) desarrollan habilidades específicas para la ejecución de un tipo de tarea, bajo la supervisión de un experto. En un taller, todos los participantes desarrollan el mismo producto, pero lo hacen de forma individual, mientras que el experto se encarga de aclarar a cada quien sus dudas y les ayuda a resolver las dificultades que enfrentan.

La noción del taller como modalidad de enseñanza escolar fue desarrollada por John Dewey en el marco de una concepción positivista y pragmática: enseñar a las personas lo que necesitan para desempeñarse eficientemente en el mundo laboral. En el ámbito escolar contemporáneo son muy populares los talleres de redacción y de lectura.

ASPECTOS A CONSIDERAR EN LA PLANEACIÓN DE UN TALLER

1. Análisis de la tarea a realizar.
  • Ubicar el campo a que pertenece la tarea o habilidad que se desarrollará en el taller.
  • Analizar la naturaleza del campo.(teórico o práctico)
  • Delimitar magnitud y dificultad de la tarea. (extensión y profundidad)
  • Especificar los componentes o rasgos principales de la habilidad a desarrollar.
  • Análizar del contexto en que se realizará la tarea.
2. Definición de objetivos (en un taller es fundamental la existencia de objetivos, es decir “el objeto”).
  • Enunciar las metas que alcanzarán los talleristas al final del curso, en términos de :
  • Propósitos. Áreas del desempeño futuro que se verán favorecidas con las tareas y habilidades desarrolladas en el taller (adquirirá / desarrollará esto o aquello para).
  • Objetivos. Metas específicas que lograrán los participantes (alcanzables, significativas, concretas, mesurables y demostrables) enunciándose de la siguiente forma:
  • Expresando específicamente el producto o resultado del aprendizaje.
  • Indicando las condiciones o situaciones en que se adquirirá y aplicará efectivamente el aprendizaje.
  • En forma clara y precisa.
  • En secuencia jerárquica y/o lógica.
  • Indicando resultados finales (no procesos)
  • En lenguaje accesible según el contexto.
3. Especificación de condiciones.
  • Establecer claramente los elementos de conocimiento o de perfil, incluyendo lecturas previas y análisis que debe cubrir el participante.
4. Selección y organización de contenidos.
  • Seleccionar los contenidos que integrarán el trabajo del taller, tomando en cuenta que sean: significativos en relación con los propósitos, y suficientes para el logro de los objetivos
  • Organizar los contenidos en forma secuencial, considerando: su complejidad, la dificultad para su tratamiento y comprensión, y la profundidad con que serán abordados.
  • Preparar una bibliografía básica y una de apoyo para el estudio de los contenidos del taller.
5. Definición de técnicas y procedimientos a utilizar.
  • Seleccionar las técnicas que se aplicarán al trabajo de la información y los procedimientos que ejercitarán los talleristas, aplicando los siguientes criterios:
  • adecuados y coherentes con la información y los propósitos, flexibles, articulables con otras técnicas, aplicables a otros contextos y tareas.
6. Diseño de actividades de aprendizaje.
  • Esquematizar considerando la secuencia: (información - procesamiento - aplicación) que puede ser global o reiterativa, se combinan técnicas y procedimientos en relación con propósitos, contenidos y objetivos, además de, grado de dificultad, secuencia, continuidad e integración.
7. Determinación de recursos y medios didácticos.
  • Determinar que condiciones físicas debe cubrir el área en que se trabajará; el tipo de apoyos técnicos que se requerirán y los materiales de trabajo que deberán diseñarse y estar listos para su aplicación en el curso.
8. Selección de formas de evaluación
  • Establecer claramente la forma en que se evaluarán.
  • El curso taller: en relación con la efectividad del mismo para el logro de propósitos y objetivos.
  • El aprendizaje de los talleristas: de preferencia en un esquema de evaluación inicial, procesual y sumativa.
  • En ambos casos es importante identificar los indicadores que otorgarán los parámetros necesarios para una evaluación objetiva.
  • La evaluación por encuesta mide el grado de aceptación, pero no la efectividad.
9. Diseño y elaboración de materiales
  • Seleccionar lecturas básicas y de apoyo.
  • Diseñar y elaborar las tablas e instrumentos de recopilación y organización de la información.
  • Diseñar las pautas e instrumentos de valoración de la información.
  • Diseñar las pautas e instrumentos de evaluación del curso.
Esta esquematización corresponde a un abordaje exhaustivo de la actividad y está orientado específicamente hacia el diseño de situaciones de enseñanza-aprendizaje donde el peso de las decisiones didácticas recae en el instructor. Un modelo centrado en los esquemas contemporáneos de gestión tendrá características diferentes, al igual que cuando se trate de diseñar proyectos didácticos. En todo caso, la actividad educativa, cuando es efectiva, no es un mero acto de buena voluntad donde una persona se para ante los demás a compartir lo que sabe, sino que se trata del producto del trabajo de diseño y toma de decisiones que respalda cada acción.

martes, 24 de febrero de 2009

El prestigio contra los prestigiadores

La mayoría de las personas quisiéramos siempre tener lo mejor, ir a los mejores sitios o estudiar en las mejores escuelas; sin embargo, son pocos los que realmente saben qué características o cualidades deben tener para ser realmente “lo mejor”.

Normalmente nos inclinamos a pensar que la marca más cara es “la mejor”; que el lugar más concurrido es “el mejor”, o que la escuela que tiene más tiempo o cobra más es “la mejor”, pero no siempre es así.

En el caso de las instituciones (y de otras empresas o firmas) lo que influye es su “prestigio”, entendiéndolo como realce, renombre o cierta autoridad en su campo. Lamentablemente hay ocasiones en que el prestigio que buscábamos no era tal y nos topamos con que era un truco de los prestigiadores.

Los prestigiadores engañan al público, los emboban por medio de la fascinación. En la película Prestige (2006, de Christopher Nola), Michael Caine menciona que prestigio es el “truco final”. Explica que un acto de magia tiene tres pasos: 1. la promesa: donde el mago muestra un objeto común y corriente, 2. la vuelta, donde lo ordinario se vuelve extraordinario y 3. el prestigio: donde esperas adivinar el secreto de la vuelta, pero el mago te impacta con algo que nunca has visto en tu vida.

Las instituciones que buscan tener prestigio deberían de preocuparse en que sus egresados salgan con todas las habilidades y competencias que necesitarán en su vida laboral. Es inevitable que la sociedad en general, juzgue a la institución por sus egresados; en ellos está impreso el talante institucional, y son ellos quienes pueden afirmar y confirmar si realmente la misión y visión son apropiadas o ciertas. Una vez que se encuentran laborando en el campo para el cual fueron formados pueden dar un veredicto sobre si la opción curricular, o énfasis disciplinar de su profesión, es coherente con la realidad a la que se enfrenta.

Aquellos egresados que salgan victoriosos de su enfrentamiento con la realidad laboral harán, sin lugar a dudas, que el prestigio o buen nombre de la escuela de la que egresaron crezca o sea reconocido; así mismo, todos aquellos que no puedan hacer frente a su realidad también serán la tarjeta de presentación de la institución.

Por lo tanto, todas las instituciones de educación deberían de preocuparse por preparar bien a sus estudiantes; lo cual implica esforzarse en mejorar la calidad de su planta docente, mejorar sus instalaciones, revisar sus decisiones, evaluar sus planes de estudio, etc.

En la medida en que las instituciones abaraten la estancia a sus alumnos, (no exigiéndoles, no evaluándolos como se debiera, no proveyéndolos de maestros capacitados, etc.) perderán la posibilidad de tener prestigio ante la sociedad y se limitarán a ser simples prestigiadores que maquillan la realidad para sorprender y agradar al público.

martes, 17 de febrero de 2009

La ciudad de mis entrañas


En mi ciudad:
hay un cerro que en las tardes de noviembre
se coloca lentamente la pijama de sombras
que le entrega a la Sierra Madre Oriental.

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Tenemos una ciudad que ha causado el asombro de muchos, a la que ha escrito Reyes, a la que ha cantado Celso, ha sido musa de pintores, escultores, artistas que con su sensibilidad describen un lugar que cada vez desconocemos más.
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Las últimas noticias provocan alarma entre los que habitamos este pedazo de tierra llamado Nuevo León, México. Nuestra ciudad ha sido detenida cada tarde por personas que protestan y piden que les aten las manos y los lleven a la muerte. Hombres bomba que provocan a las autoridades, a los medios de comunicación y a la sociedad a que los agredan, y después culparnos por sus golpes.
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El Monterrey de hombres y mujeres de trabajo, de personas emprendedoras, innovadoras e inteligentes, está sublimado a los caprichos de jóvenes que nos reclaman la falta de oportunidad e igualdad. Maltratan los coches que debemos, nos roban las pertenencias que compramos con nuestro trabajo, trabajo que ellos carecen y además nos acusan por no tenerlo.
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Delincuentes, jóvenes, muchachos, viciosos, pandilleros, niños sin amor les llamaría Alex Lora; las oportunidades son de quien las busca, el acceso a la información está ahí, en la misma ruta donde buscaste el refugio de tus problemas.
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Las drogas y el alcohol son responsabilidad de quien las consume, no me atribuyas tu debilidad. No eres más fuerte, eres más idiota. No permitiré que me asustes ni a mí, ni a mi familia. La estupidez de tus actos en presente te los cobrará el destino.
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A los que estamos del otro lado, ellos podrán estar organizados pero nosotros somos más; organicémonos, pero no con marchas blancas partidistas o vendedoras de rating. Hagámoslo ahí en el momento del bloqueo, no debemos escondernos en nuestra ciudad, que se escondan los débiles y salgamos a defendernos con lo que a ellos les falta. Inteligencia.