lunes, 1 de noviembre de 2010

Las calaveras del Fer para la raza de la LL

La muerte andaba paseando
visitando los panteones,
cuando se encontró una escuela
bien llena de profesores.

Me gusta aquí pa' surtirme,
pensó la "huesos" lironda,
me llevaré profesores
de la lengua española.

Segura estuvo la muerte
del profe Jorge Segura
que ensayaba pastorelas
como artista, no haya duda.

"Me gustan los bigotones
con voz de hombres bragados".
Y antes de caer en cuenta,
Jorge estaba empaquetado.

Segura ya está enterrado,
pero en un gran mausoleo,
porque la muerte en domingo
lo busca pa'l zapateo.

Estaba Gilberto Garza
llenando formatos ISO,
cuando le dijo una voz:
"papito, dame un besito".

Gilberto no es de apretarse,
y menos con una dama,
pero donde dio la vuelta
quedó tieso como tabla.

Aunque está frío el profe Garza,
no descansa todavía,
porque la muerte lo tiene
de "damo" de compañía.

Gloria Martínez Licea
llegó todita sudada
porque venía del gimnasio
cuando encontró a la calaca.

"Vente conmigo güerita,
tu tiempo aquí ya se acaba"
"Me voy, pero si me dices
cómo haces para estar flaca".

Ya está Gloria en el panteón
leyendo recepcionales;
ya no necesita dieta,
ni hacer cien abdominales.

"A ese no me le acerco",
dijo de Oscar Benavides.
La muerte le tenía miedo
por su fama de terrible.

Le apuntó con una flecha,
afinó su puntería,
pero en vez de darle a Oscar,
le dio a Tita la perrita.

Oscarito no ha muerto
porque la Flaca le saca:
sabe que la está esperando
para darle con la estaca.

La Muerte estaba cansada,
pero siguió en su empeño
de juntar profes de lengua
para llevarse a su reino.

Encontró a Ileana Cepeda,
le dijo "de flaca a flaca,
vente conmigo a la buena,
me gustas por literata".

A Ileana no le hacía gracia
morir fuera de Quincena,
le dijo "yo soy cronista,
consíguete una poeta".

Pues Yla ya está enterrada,
poco valió su argumento,
y está armando un sindicato
con los escritores muertos.

Hiram Uresti no supo
ni como estuvo la cosa;
para cuando se dio cuenta
ya lo tenían en la fosa.

"Después de todo, se dijo,
tal vez esto no sea malo,
porque quiero entrevistarme
con escritores de antaño".

A Hiram no lo encontraremos
enterrado en un lugar;
es como un aparecido
que se dedica a viajar.

Carlos Omar Villarreal.
ahí fue cosa distinta.
Con él estuvo la "Huesos"
pidiéndole una cita.

Como Carlos no cedía
al amoroso reclamo,
se lo llevó de repente
sin carta del sindicato.

No puede quejarse el Güero,
pues es un muerto querido,
la Huesuda es una dama
que le prodiga cariño.

Al otro hubo de esperarlo,
que llegara de Linares,
Enrique Rodríguez Chiu,
adora aquellos lugares.

Enrique dijo a la Muerte,
"Amiga, dame la mano,
deja que acabe mi tesis,
y después de eso nos vamos".

Le dio montones de dulces,
y le provocó diabetes,
así que en pura venganza,
pronto lo jaló la Muerte.

Al que estas coplas comparte,
un tal Fernando Arellano,
en una piedra picuda
Muerte lo dejó sentado.

"No es porque te discrimine,
pero tengo que pensar,
porque sé que si te llevo
vas a empezar a criticar".

Y con ésta me despido,
porque es mucho arguír,
dedicamos calaveras,
deseando un largo vivir.

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