martes, 16 de marzo de 2010

Entre nosotros y otros: estereotipos en los medios

Un tema inconcluso con mi actual grupo de Español tiene que ver con los estereotipos que ofrecen los medios de comunicación y que hemos adoptado como realidades verdaderas, aun cuando nosotros mismos encajamos en un estereotipo que no compartimos realmente.

Todos hemos escuchado o contado un chiste de gallegos, torpes, tontos, inadaptados siempre a la sociedad en las que se les acomoda. Del mismo modo, sabemos que en los mismos chistes el mexicano es aguzado, vivaz, por no decir vivales, impertinente, audaz y picante; aunque también sabemos que, en otras partes, la imagen del mexicano es la del güevon, pendejo y jodido, y sabemos que no todos encajamos en la descripción.

Lo malo de lo anterior es que hemos vivido muchos años bajo la sombra de las características que los medios señalan como aceptables en la sociedad, y esto nos ha marcado en lo más profundo del subconsciente al grado que resulta difícil quitarnos los anteojos que nos dejan ver lo que los medios nos permiten ver; ese es uno de los motivos por los cuales debemos pensarnos como usuarios de los medios: para tomar distancia del consumo y analizarlos.

Un ejemplo de lo anterior pueden ser los promocionales de México en la televisión, con motivo del bicentenario de la independencia y el centenario de la revolución; en uno de ellos presentan la danza del venado como parte de la cultura representativa de Sinaloa, es un error (eso casi me hace perder a mi mujer de un infarto). Otro, presentan El Chepe, desde la sierra de Chihuahua, y el Tarahumara que se liga a la modelo no tiene rasgos de esa raza, ¡peor aún! ¡No se ha quitado las conchas de la piernas con las que baila en Sinaloa!

¿Por qué se usan los estereotipos en los medios? Primero se debe entender que los mensajes que los medios emiten no llegan sorpresivamente al consumidor, sino que son resignificados a través de operaciones cognitivas (atención, comprensión, asociación, y otras), que permiten la negociación de significados y sentidos de los mensajes, lo que provoca la apropiación o resistencia a ellos. Ante este panorama netamente comunicativo, es fácil concebir entonces que el usuario se identifique, de acuerdo a la visión que tiene de sí mismo, con los diferentes grupos sociales creados por quienes dirigen los medios para el consumo de ciertos mensajes con intenciones bien definidas.

Ahora bien, esa visión propia del usuario no es otra cosa que la ideología que lo identifica, producto del constructo social que lo rodea y que consume, igual que él, de los medios. Esta ideología modela nuestros deseos, temores y esperanzas; lo que pensamos acerca de los saberes y haceres, las formas en que deben relacionarse las familias o grupos sociales, otorgando así creencias acerca del mundo que nos rodea, pero siempre enmarcado en la realidad simulada de los medios de comunicación. Esta ideología nos permite construir una serie de valores que se modifican según el contexto histórico, social, económico, político de cada grupo social.

Pregunté a mis alumnos, después de ver una imagen familiar, si su realidad correspondía a la de los personajes de la fotografía; su respuesta fue negativa, ese estereotipo no corresponde a la imagen razonada que tienen de sí mismos. Y es que esa es la diferencia entre consumidores y usuarios de los medios, mientras los primeros se quedan con la primera capa de la información, los usuarios reflexionan sobre el mensaje completo, concediendo valores y significados de realidad a lo que se oferta en el lenguaje de los medios.

Cuando un consumidor de los medios logra consolidarse como usuario, se puede decir que está listo para construir una identidad personal, a partir de sus relaciones de clase, de género, étnicas, laborales, culturales, etc., que le permita confirmar relaciones comunitarias con sentimientos de pertenencia, los cuales lo llevarán a tomar conciencia del nosotros, que involucra desde su gestación la idea de los otros, como condición de la convivencia social, base de la identidad colectiva.

Lo anterior me lleva una vez más a los estereotipos como reflejo de esa identidad colectiva que no sabe dónde ubicarse: entre nosotros o los otros, pero que definitivamente su agrupación será guiada por sus condiciones de vida, intereses, historias, expectativas, relaciones sociales, etc., y no por ser mejores o peores… aunque la realidad diga lo contrario ¿no creen?