sábado, 22 de marzo de 2008

Rompe el Alba

La problemática de los inmigrantes mexicanos a los Estados Unidos y la discriminación de los norteamericanos hacia nuestro pueblo es el tema que aborda Rompe el Alba, basada en la vida de Pedro J. González, mensajero de las fuerzas armadas de Francisco Villa durante la Revolución Mexicana y posteriormente locutor de radio en California.

Rompe el Alba es una producción chicana de finales de los 80’s, dirigida por Isaac Artenstein y estelarizada por el cantautor Oscar Chávez, como Pedro J. González y María Rojo, quien interpreta el papel de María Salcido, esposa del polémico protagonista de la película.

La historia se desarrolla en el año de 1928, cuando muchos de los mexicanos que resultaron afectados por la revolución salieron de nuestro territorio nacional, con la finalidad de buscar fortuna y una mejor vida para sus familias en los Estados Unidos de Norteamérica. Al llegar al país vecino, el matrimonio González-Salcido, es recibido por un primo de Don Pedro que les ofrece vivir con él y su familia en California, mientras éste consigue trabajo y dónde vivir.

Los diálogos que se presentan en Rompe el Alba son, hasta cierto punto, atrayentes por la fluidez con que se mezcla el inglés y el español, lo cual demanda atención del espectador; sin embargo, al principio de la trama pueden resultar tediosos y sin sentido pues se incluyen pláticas sin trascendencia para el desarrollo de la película.

Pedro González (Chávez), es convencido por su primo de buscar trabajo en las radiodifusoras locales, cosa imposible en ese tiempo para un mexicano por la ideología tan marcada contra su origen. González, con insistentes argumentos, logró persuadir al dueño de una estación de transmitir publicidad en español para que los latinos que habitaban en California acudieran a los comercios de la localidad, logrando así colocar mayor tiempo aire de publicidad y aumentar el raiting de la estación.

Rompe el Alba tiene cierto toque de cine alemán de los años 60’s, pues maneja dos planos de acción, uno en tiempo real de la película y, yuxtapuesto a éste, otro en los recuerdos de Pedro J. González; además, tiende a hacer uso de las tonalidades sepias en los interiores y colores claros en las escenas realizadas en exteriores que le ofrecen al espectador la imagen de fotografía antigua en sus planos y encuadres.

Poco a poco la trama envuelve al espectador, hasta llegar al punto en que González tiene un éxito desbordante y comienza a tener problemas por razones políticas con un fiscal de California. Las actuaciones, fluidas en sus intercambios dialogales, muestran a una María Rojo destacada en su trabajo, opacando las más de las veces a Chávez, que como actor es muy buen cantante; aun así, difícilmente se puede imaginar a otro actor mexicano en el papel de González pues Oscar Chávez tiene la personalidad y la fuerza que exige el personaje.

Rompe el Alba muestra, de manera clara, lo que se vive hasta nuestros días en el vecino país del norte contra los mexicanos; es una cinta capaz de cambiar el estado de ánimo del espectador de forma inmediata provocando la reflexión y generando conciencia sobre la fuerza que tenemos para reiniciar una nueva vida lejos de los nuestros.

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