martes, 12 de febrero de 2008

Colegiado

El trabajo colegiado es la herramienta que el mundo educativo ha utilizado en los últimos años para salir adelante con los retos que representa su tarea; no es fortuito que las mejores escuelas del país logren el reconocimiento por el trabajo colectivo que desarrollan, al margen de las tareas individuales que cada quien debe cumplir.

Lo malo del trabajo compartido es que el reconocimiento individual se disipa en el momento en que se presentan los primeros resultados, provocando que los egos se exalten y pretendan dar por terminado el trabajo del resto del grupo.

Un ejemplo de lo anterior es lo que sucede en la escuela donde vivo mis días. Cuando recién llegué a ella el trabajo era permanente, constante y poco equilibrado; la mano se cargaba a unos cuantos para gracia de todos lo cual no estaba mal, pero creo se debían considerar los intereses de cada participante en el equipo de trabajo para que todo fuera más equitativo en la repartición del trabajo y de los beneficios de éste.

Llegó el momento de aprovechar las ideas de los recién llegados, pero estos maestros, los nuevos que no tuvieron contratiempos para ser aceptados, en lugar de ponerse a trabajar para el grupo iniciaron su campaña para obtener beneficios sin sudar pues en el pasado, en otros escenarios, ya habían sudado lo suficiente.

El grupo original perdió la idea ante la insolencia de quienes llegaron sin formarse y fue en este momento donde los egos entraron en juego. Unos se sintieron porque no podían ser amigos de todos; otros desatendieron el trabajo colectivo para llegar al atracón de los espacios vacíos; otro tanto buscó el amparo del anonimato sin conseguirlo, convirtiéndose en personajes grises que no piden ni ofrecen nada a los demás; el resto, tuvo que alzar la voz como pudo para sobrevivir un rato sin que les quitaran lo que tenían, hasta que se hartaron.

El colectivo fue un fracaso porque lo desconocieron y nadie se hacía responsable de ello; el colectivo perdió porque sus integrantes jugaron al “sálvese quien pueda”; el colectivo se deshizo porque no había quien lo organizara; el colectivo… ¿colectivo de qué?

En la normal las cosas no son muy diferentes aunque recientemente se anunció la intención de reintegrar los colegios en un afán de “corregir los errores del pasado” -dijo mi tía, lo cual me parece interesante a estas alturas que se ha dañado el espíritu de mi casa de estudios.

No ha sido fácil sobrevivir estos años sin un rumbo fijo, salvo aquél que dicta la motivación de formar docentes; lo malo es que la medida de reorientar la organización colegiada se percibe más como un acto desesperado por salvar el barco que se hunde desde hace más de dos años, que como una acción conciente de la necesidad de regresarle la identidad a las especialidades que se ofrecen en la institución.

La formación de los colegios traerá nuevos aires y aunque sean ardientes estoy convencido de que los maestros que se perdieron junto con el colectivo volverán a retomar la tarea inconclusa.

Una pregunta… ¿Quién será nuestro coordinador?

1 comentario:

Guillermo Berrones dijo...

Para una buena pregunta habrá una excelente respuesta; al menos eso espero YO.